martes, 16 de agosto de 2011

El sabio y el poeta o rescatando al soldado Pérrez


Hace un tiempo me encontré a un viejo amigo de la secundaria, y mi sorpresa fue que el antiguo acompañante de pupitre me informó que acababa de renunciar a su trabajo. (¡Por fin, me anunció emocionado!), después de años de no atreverse a dejar todo por el todo a cambio de lo que él más amaba: la poesía. “Aquí están mis poesías, cómo las ves, Roberto”. Y yo le respondí que había mucho camino por delante, sin querer tumbar los sueños de este entusiasta del romanticismo que de pronto quería ser, sin importar nada, un don Alfonso Reyes… ¿Erudito? No. Poeta.

Pero la neta, si este pobre amigo viene de una cuna de plomeros y albañiles, ¿cree usted que tendrá la misma oportunidad que el maestro Reyes, hijo de un general exitoso y gobernador de Nuevo León durante 20 años, junto con el dictador Porfirio Díaz? ¿La neta?

Usted dirá que el talento no tiene que ver con castas ni con familia… y pues usted debiera tener toda la razón, mi estimado almirante: ¿pero qué cree?, que usted está muy equivocado. Y no es que quiera yo hablar de militares (a güevo) sólo para traer a colación el asalto a poetas, que sin importar su creencia, militancia o labor social, han sido sometidos a base de violencia por parte de “militares”, ya sean policiacos, narcos o federales. ¿Será esto un versus entre militares y poetas?, mi estimado gendarme de la poesía. Será que los militares envidian al poeta algo y quieren arrebatárselo aunque sea a cachazos. ¿Qué podría ser eso, qué “palabra” podría valer algo para que se quieran meter a robarla en mitad de la noche?

Efraín Bartolomé ahora, afortunadamente, tiene el reloj Mont Blanc del procurador en prenda para que le curen el daño, y Sicilia, gracias al cielo, ya fue reconfortado por los brazos del espurio. Digan lo que digan a mi me parece una guerra contra la insurrección de los pobres poetas, ¡a güevo!!, aunque en los medios aparezcan sólo dos o tres poetas lamentando sus pérdidas (sea un Omega o un hijo), y luego pactando con los asesinos, con los usurpadores. Reyes, eje fundacional de la traducción de los clásicos griegos en México, llegó para quedarse porque su papi’ era una vara alta dentro del gobierno porfirista. Y bueno, bien nos lo recuerda esa película que nada tiene de fantasiosa: El infierno, donde el más culero era el militar, y hasta los “sombrerudos” narcos nuevosricos al borde de la muerte, se quedaban cortitos al lado de la sangre fría del mocha orejas, mocha dedos, y demás órganos, que volaban como en la carnicería: un mercenario acostumbrado a matar mecánicamente, a medir la fuerza en proporción de la muerte que se pueda evitar en su regimiento, que no en el del enemigo. Para mí la lección, señoras, señores, quedó muy clara: “no se metan con nosotros, los más culeros: la milicia”, y como dice la oración “si dios con nosotros, quién en contra”, así que al pueblo, o al poeta, le conviene guarecerse detrás del más fuerte. Y ni digo que miren para arriba porque es desde ahí en donde se mueven los tendones saltones en el ojo de cualquier soldado contemporáneo.

Le dije a mi cuate que se inscribiera en el taller de mi amigo el Ibargoyen o de mi manito’, el Renán, para que fuera en serio eso de andar escribiendo “poesías”. Y fue hace menos de una semana que volvía a toparme con el pobre diablo en la presentación de un libro en Bellas Artes. “Ando bien jodido, Roberto, mi vieja me dejó por ser poeta (ya sabes… no entiende qué pedo) y la neta no tengo ni en qué caerme muerto. ¿No tienes cinco pesos que me prestes?, deja que salga de esta y ya sabes que me emparejo”. ¿Qué pensaría doña Manuela Mota de Reyes de un ser como este, desahuciado, sin su capilla alfonsina, sin un templo del saber para saber cómo superar la adversidad? Será qué Alfonso Reyes, de una estirpe de sangre fría, de cálculo bélico, tuvo mayor sensibilidad que este buen amigo que dejó todo por “escribir”, sin tener nada a cambio, ni siquiera un buen poema en sus manos?

No hablamos de justicia, apreciado esteta. Sino de lógica (o logística). Los intelectuales orgánicos, desde su biutiful casa podrán decir que no es un clasismo, no señor, el plomero que busca ser poeta, es un advenedizo que quiere, igual que los perros (los callejeros, habrá que dejar claro) cuando alguien les abre la puerta, escabullirse. Pero cuando un hijo de soldado (o político más pa’ acá) por el hecho del poder que le otorga su genealogía por decreto de triunfo, por haber vencido sobre un pueblo que aún se muere de risa cuando le muestran lo ridículo de su condición mexicana, se proclama como candidato para ser “artista, poeta, escriba”, es asentado que (de antemano) es mucho más sensible para la creación, el conocimiento, y sobre todo que tiene la capacidad “natural” para erigir la capilla de sus sueños.

No cabe duda que El infierno está aquí entre nosotros. No con ellos, no con ellos. La suerte cabe en dos opciones, en dos caras de la moneda. La mala y la peor. Una suerte que ya fue pactada en un trato, en algún plan militar decretado a fuerza de balazos. Y al final, hasta los poetas terminan por estar en la pasarela, es verdad, esto parece una divertida pasarela, apreciable catador de modas, donde los poetas se ponen una estola roja, un sombrero de paja, un reloj X, una pluma (costosísima). Arrímese para que escuche bien lo que le voy a decir. Sucede que ahora no sólo son los candidatos presidenciables los que se toman foto para la nota, sino que el método, ahora también funciona para los poetas, que lo han tomado para sus fines poéticos; sus postulaciones, sus candidaturas para tal premio, o beca, puesto burocrático, y hasta para ser nombrado “poeta” por las “autoridades pertinentes” en alguna revista o periódico nacionales.

De un tiempo para acá los militares se volvieron políticos, sin que los políticos dejaran de ser militares, cabe mencionar, cosa que queda más que clara en este ahorita de rifles de asalto. ¿Poetas versus militares? Sólo el que vence en la guerra (asesinando a sus miles de oponentes) tiene la parcela para sembrar el futuro de sus generaciones, los demás están para sobrevivir y para trabajar la tierra ajena, es decir, sus tierras.

Mi cuate me mostró sus poemas y la verdad notoriamente avanzó en su hechura, incluso me dijo: “ve mis poemas, a ver si ya parecen poemas, Roberto”. Luego me dijo que sigue sin trabajo y me comentó que en el aviso oportuno sólo había una larga lista de anuncios solicitando guardias, policías, soldados. Con razón el espurio dice que hay chamba para todos, ¿no? Leí los poemas de mi cuate el Pérrez (así le decían en la escuela), y la verdad sí ha mejorado mucho. En uno de sus poemas tenía un epígrafe de Alfonso Reyes: “Escribo: eso es todo. Escribo conforme voy viviendo. Escribo como parte de mi economía natural”. Sus poemas ya parecían poemas, es verdad, mi exigente melómano, si gusta y me escribe, se los mando. “Lástima que seas pobre, y de tan pocas aspiraciones”, le dije con una risa (no por maldad, eh), “pero sobre todo que seas tan güevón y no quieras trabajar habiendo tanto trabajo”.

Me pagó los cinco pesos que me debía. Si usted necesita un préstamo, no lo dude, pídalo al banco de México, seguro y se lo dan. Pero si lo que quiere es ser poeta, pues como decía mi jefe, “estudié otra carrera y hágase rico”, o si de plano eso de la ingeniería no se le da, pues declárele la guerra al gobierno para que le den un hueso, y si sobrevive, dentro de unas tres generaciones, los hijos de sus hijos, podrán ser poetas.

Pero no se desespere, aquí lo espero en el balcón (que no es presidencial) pero que si quiere armar su guerrilla poética para ir al rescate de algún poeta perdido bajo el fuego enemigo, pues aquí nos organizamos y nos vamos por él… y lo sonsacamos con unas chelas, para ver si renuncia aunque sea por un año, a su fuero político en el INBA.


Omnibús de antologías o para subirte al Metrobús cartonero

No estoy de acuerdo, y no me parece congruente que las cosas pasen así. Y aunque para todos sea normal, y nadie se percate de que algo raro está delante de sus ojos, yo no puedo hacerlo, mi elegante acompañante de coche.

Usted va por la calle tarareando la canción de Mr P, esa rolita de los Plastilina Mosh, que se adelantó en mucho a su tiempo, incluso a varios de los poetas “vanguardistas” que ahora quieren ser punta de lanza con una P en la portada de su nuevo álbum de éxitos.

¿Pero será que los usuarios del Sistema de Transporte Metropolitano (Metro) se creen lo que compran?, o será tal vez, que no les queda de otra. Yo digo que es para lo que les alcanza, ¿no? Después de todo, los discos originales importados de Europa están bastante caros, y para eso hay que tener cultura, no ser un jodido, o empiojado que va por la vida sin saber qué comprar, ¿o no es así, mi erudito jurado?

Afortunadamente están los que sí saben de esas cosas de la alta cultura… y pueden ponerse a la moda para traernos lo mejor del mundo contemporáneo, para que cuando vayamos a nuestra librería favorita, o no, podamos leer (que no escuchar) los promos de lo “mejor” de la poesía mexicana actual, los “últimos” mejores poetas, los “más selectos”, “los pétalos más suaves”, “más jovencitos” de la poesía romántica de todos los tiempos, etc.

De tal modo que uno no tiene ya por qué preocuparse en leer tomos y tomos de poesía, inservible mucha de ella, para luego tener que decidir a través de laboriosos y pesados procedimientos, cuál es la poesía que va con nuestro gusto, o estilo de vida, o pensamiento (en caso de que lo hubiera). ¡Gracias a la poesía! que existen los piratas de lo “bueno” que nos ahorran el engorroso proceso de tener que formar un criterio… y nos ofrecen en un solo tomo, o dos o tres, lo mejor de la poesía de los 80, 70 y más… o en un six de chelas Tecate, nos tratan de opacar la degustación del mejor vino: en pocas palabras, nos simplifican la existencia, a güevo!!!
Cómo agradecer esta labor altruista de personajes jovensísimos pero con una gran ambición por ser los más Inn de la poesía mundial, como Alí Calderón, o también su mentor Bojórquez; hacedores de compendios enteros para iPod, en varios tomos con lo mejor del merengue, lo mejor de la cumbia, el reguetón, y hasta con lo mejor de la poesía calenturienta de los adolescentes poetas académicos, que sobra decir, la poesía cachorra no sólo se escribe en la barriada, ahí donde pastan las burras, o donde los taquitos de a cinco por 20 sobran, y para muestra no un botón, sino un pétalo: “En la ominosa oscuridad de Eleusis,/cuando el trance más profundo,/Orfeo, de la música, me concedió su don./Hoy, en mi calidad de semidios,/no toco más la flauta/… las musas me la tocan/y están embelesadas”.

Te comento que iba (¿te puedo hablar de tú?, perdón que te tutee) venía sobre mi patineta escuchando mi selección de rolas chingonas, con mi propio infierno a cuestas pues’, con esas canciones que me acompañan todos los días en mi propia isla desierta. Y cuando me trepé al metro Pantitlán, y descuidado entré al tren, un cuate con una cajita locutora, grita a todo pulmón “lo mejor de la salsa”, “Lo mejor del regue”, “lo mejor del rock en español”, “los mejores chistes”, y lo mejor de… y le pedí que dejara la canción de Puto, que hace un rato no escuchaba… “¡puto, puto, puto! Puto!!!!, al que no brinque y eche desmadre!!, matarile al maricón!!”, buena rola. Me gusta. Luego no quieren que me ría. Bueno, esta canción es parte de “lo mejor del hip hop mexicano”, porque a decir de César Eduardo Carrión: “La versatilidad de este texto tiene que ver con la mistura de estilos discursivos (entre el fluir de conciencia y el estilo indirecto libre provenientes de la narrativa de vanguardia) y la integración de diversos registros semánticos: diatópicos (variedad dialectal e incluso idiomática), diafásicos (léxicos “líricos” y “coloquiales” junto a otros de orden “técnico”) y diastráticos (expresiones de “alta” y “baja” culturas) —a güevo!!!—. El arresto de Puto (de Molotov) por desmentir el carácter supuestamente monológico de la poesía recuerda también que la polifonía es una propiedad de la lírica contemporánea, al menos de aquella parte que cuestiona los límites rígidos de los géneros literarios tradicionales. Recupera, sin embargo, la noción de que la poesía lírica es ante todo un discurso basado en estructuras lógicas reiterativas (rítmico-morfológicas o semántico-sintácticas) antes que progresivas (más idóneas para la narrativa)”.

Le decía que no estoy de acuerdo (perdón, te decía) que por más que quieran venderme en un disco lo mejor de la música, no me gusta, no y no, yo quiero escoger la música para mi funeral, y no que un jijo de vecina venga a poner sus cancioncitas XX lager en mis casa, con mi familia, a declamar sus poemitas de florecitas y espinas, coronitas de oro para las muelas picadas. Que vaya con su disco pirata, de puntitas al fondo del último vagón del tren… a ver si se lo compran.
Me parece que por eso ahora todos son “poetas universales”, porque acá nadie los comprende, y con eso de que ya con circular en otros países te hace ser un poeta mayor… pues mira que ahora tanto Bojórquez como Rojo Córdova se pueden hablar del tú a tú, de hecho me gustaría ver un enfrentamiento de estos chamanes que andan sembrando en toda la República (y al infinito y más allá, al infinito y más allá, mi venerable), observar cómo se ven sobre un ring estos dos buenos versadores. Aunque supongo que el primero no se atrevería a subir por miedo a perder su posición de Máster, no sé sabe, en una de esas le tiran el moñito, o les desparpajan esa cabellera de heavy metalero… y el Rojo Córdova por supuesto que no se subiría, pues sólo le gusta ganar en los eventos que él mismo realiza, ya que en el Torneo de Poesía por más que intentó no logró entrar en los tres primeros lugares. Situación difícil y desesperante para estos dos poetas jóvenes y viejos a la vez, pues parece que ocupan la misma “infraestructura histórica” para soportar su parafernalia luminosa, al más estilo ochentero de Kiss, con luces, caras pintadas de tigres, gatitos, demonios y payasos.

A mi punto de ver, pre-juicioso y amigable lector, el asunto está en que uno puede antologar lo que quiera, ¿no?, yo por eso ya tengo lista la lista de comida que quiero que se traguen todos cuando muera, si es que quieren ir a mi velorio, e incluso tengo estipulado que sólo podrán estar los que puedan tolerar un litro de tequila en su organismo a lo largo de una noche. No pido mucho. Tengo la lista de las canciones que quiero oír. Las lista de poetas que quiero ver ahí; en la antología de mi muerte. Para desgracia de todos ustedes, estos son poetas que tal vez ustedes nunca conozcan. Por fortuna, tienen la rockola universal estéreo de los mejores poetas mexicanos para que escojan en la Agencia que más convenga a ustedes, sea el Círculo o la Polla Récords.

Y bueno, si no le alcanza ni para el paisaje, como diría el Lagarto, pues le queda el Metrobús, aí no más pídale chance al conductor de que le dé un aventón; ahí le queda la tv en la que pasan videos de lo “más relevante” del mundo cultural hoy. Después de todo, eso basta, si quiere ahorrarse un poco de chamba, para que usted haga su propia antología, que como bien se sabe, lo único que necesita es. 1. un pedazo de papel, 2. una pluma, y 3. un poco de voluntad para apuntar en una caja de cartón cuáles son los hits de su vida, las canciones, los poemas, la comida, con la que usted quisiera que lo guarden en la cámara mortuoria junto a su sarcófago.

Ya que si quiere no sólo ser feliz a su manera, pues entonces venga conmigo, aquí al balcón, para que desde aquí, con un altavoz le digamos a todos que usted no sólo es el mejor, sino el único, el más grande, el más bello, más alto… o aunque sea, el más chaparro, el más maleta. Con confianza, aquí lo espero. (No es para ti, querida lectora, es para ti, querido lector).

roberto.absenti@gmail.com


La noche de los Replicantes

 
(o cómo militar para ser Octavio Paz)

Usted lo sabe, visitante lector, si esos pendejos pueden, ¿por qué yo no?, si yo soy más chingón… A esto me refiero cuando hablo de replicantes: de la réplica cuando ya no hay nada nuevo bajo el sol, ya lo he dicho. Pregúntese usted: si aspirara a ser poeta, pero un poeta que va a pasar a la historia, ¿cómo le haría? Yo le aseguro que sólo hay tres formas de hacerlo. Dos son certeras, y una es fallida. Esta es mi teoría y se la voy a expresar porque sé que le interesa este secretito para lograr destacar en las letras, escribiendo buena poesía o no, da igual. Porque a estas fechas, tener el talento poético ya no es un requisito, sólo importa ser un pulcro versificador para llenar un formato más… un oficio más en el archivero burocrático de la “futura historia” de la poesía.

Usted ya sabe que la piratería no es exclusiva de las marcas de ropa, discos compactos, y las copias de videojuegos, también se da en el campo literario. Usted se preguntara cómo es esto; es muy simple, esto se da en cuanto el aspirante a poeta “clona” a poetas históricos, copiando su modo de vestir, su modo escribir, su forma de pensar, e inclusive sigue paso a paso los métodos con los cuales él llegó a la cumbre.

A esto me refiero cuando digo replicante. Ahí les va. Les daré el primer método que seguro los llevará al éxito en esta carrera “disque” por la poesía. Tome nota: el más cínico y práctico de los métodos es este: láncese a un puesto político, milite en algún partido como el “poeta” del grupo. A cualquiera de los que ahorita están de moda puede ingresar. Un poco de grilla, disponibilidad para venderse al mejor postor, mandarle cartas zalameras a los importantes en el poder, y ya obteniendo su huesito, hay que ir por el huesote, alcanzando un buen cargo público que le permita hacer de las suyas. Me refiero a publicar sus libros, etc., etc., ejemplos hay varios, y con lo siguiente comprobaré mi teoría, y usted verá que tengo razón:

¿Usted recuerda a Amado Nervo? Él fue periodista en su juventud, fue profesor en la escuela nacional preparatoria y poco después (quién sabe cómo), representante de México en Italia, España, Argentina y Uruguay. Otro es Luis G. Urbina, que seguro conoce usted, mi culto lector: él fue secretario particular de Justo Sierra en la Secretaría de Instrucción Pública. Y no me dejará mentir, mi docto lector, sobre José Juan Tablada, adversario de la Revolución y simpatizante de la dictadura de Victoriano Huerta, en 1918 aceptó la embajada de México en Venezuela bajo el gobierno de Venustiano Carranza, dejó el servicio al ser asesinado éste, y elogió sin medida a Porfirio Díaz (claro, como también elogió a Huerta y a Carranza), era un tipo bien inteligente. El talentosísimo poeta José Gorostiza fue canciller en Londres, Ministro Plenipotenciario, Director de Asuntos Políticos, Subsecretario de Relaciones, Presidente Nacional de Energía Nuclear, esto es importante, que seguro usted lo sabe, mi romántico lector. Carlos Pellicer, para que usted tenga un ejemplo, fue secretario privado de José Vasconcelos en Educación Pública, y ni cómo olvidar a nuestro queridísimo y homenajeado López Velarde, Secretario de Instrucción Pública en el gobierno de la Convención de Aguascalientes, presidido por Roque González Garza; o el mismísimo Jaime Sabines, que fue varias veces diputado por el PRI, u Octavio Paz, que ya es redundante hablar sobre sus pasos. Hasta el mismo Manuel Maples Arce, fundador del estridentismo, como usted sabe; ni tan sufrido, el “pobrecito” fue diputado local en su estado, fue diplomático en diversos países; o sea que muy, muy excluido, tampoco estuvo. Ejemplos de estos hay muchos en “nuestra poesía”, mi interesado lector, que como ve usted, este camino es uno de los más efectivos para hacerse gran poeta.

Algunos de mis amigos escritores (estoy sonriendo) ya andan volanteando con publicidades del PRD, PRI, PAN, y hasta del partido ecologista para lograr que algún día los niños de México lean su poesía en los libros escolares.

El segundo método, mucho más difícil que el anterior (de camino más pedregoso) es que en realidad usted piense: y sea creador de una buena propuesta poética aquí en México, sin que tenga que copiársela a ningún continente o país vecino. Que usted sea lo suficientemente inteligente para investigar la historia en su país, elucubrar y crear un trabajo poético que pueda “competir” con la calidad de poesía original de otros países. Naturalmente, sé que usted no tiene ni tiempo ni vida para hacer esto, mi estimado. Además, da mucha güeva. Así que aunque sea un buen método, no se lo recomiendo, ya ni tiempo nos va dar de chupar y convencer a las muchachas de que hagan body paint en nuestras lecturas. Así que usted no leyó esto. Váyase por la primera opción.

Y la última, la tercera, la fallida, es la que usted nunca debe hacer (y ojalá no la haya hecho ya), y ésta es: andar de replicante, o de copión como les decían en la primaria. Y me refiero a no copiar a los que son más brutos que usted, recuerde esta frase dicha con anterioridad: “si esos pendejos pueden, ¿por qué yo no?, si yo soy más chingón”. Por ningún motivo le crea a esa vocecita en su cerebro, que le dicta lo haga. ¿Y por qué no hacerle caso? Muy simple, mi tarugo lector, ¿por qué copiarle a los pendejos, si usted es más listo?, a güevo!!!, ¿no?, no porque algunos “pendejos” hagan ciclos de lecturas de poesía las va hacer usted, no porque algunos “pendejos” hagan torneos de poesía, tiene que hacerlos usted. No porque otros “pendejos” hagan una antología la tiene que hacer usted. Recuerde, usted haga algo diferente. Usted, no es un pendejo.

Así que ya sabe, mi estimado y creativo lector, si quiere hacerla… no piense, hágase diputado y súbase al balcón, y no se junte con los pendejos, que lo pendejo, se pega.

roberto.absenti@gmail.com


Para el amigo, para la damita, para el novio, la novia, para la mamá, para el amante, el mejor regalo: un poético publirreportaje

Qué mejor regalo para alguien que usted aprecia, amigo escritor, que una tarjeta con 100 pesos para ir al cine, o con 200 pesos para comprar una cena en Sanborn’s, o una tarjetita con saldo ilimitado para escuchar música; y si esa “persona especial” es un poeta, qué mejor que obsequiarle un texto en el que lo elogie, lo venere, hable de sus incuantificables cualidades, de su excelsa escritura, de su pulcro estilo, de su arriesgado lenguaje, todo eso en un mismo escritor, oh, su “personita especial”, qué feliz será al leer (en alguna antología reciente editada por los amigos buena onda, pero siempre sinceros, eh) el publi-ensayo que usted acaba de obsequiarle.

Imagine a ese “mejor amigo” rebosante de alegría, mostrándole a todos sus familiares, a sus alumnos, o compañeros de trabajo, el nuevo ensayo sobre su gran obra. A poco no vale la pena invertir un varito para verlo sonreír. Ahora está de suerte, sí, oyó bien, de suerte, suerte!!! Usted que por el simple hecho de ser mi lector consentido, sólo por hoy!!, si es uno de los primeros treinta desesperados por trascender que me llame, para usted será gratis, sí, oyó bien, totalmente gratis, y obtendrá un bellísimo ensayo de mi parte adulándolo al grado de que hasta usted mismo llorará de lo indescriptiblemente hermoso que es su escritura. Se lo garantizo, no soportará tanta belleza, tanta exquisitez.

Déjeme decirle que yo, exigente consumidor, de niño no podía ni mirar un cómic que estuviera ligeramente doblado. ¡Sacrilegio!, oh, maldita la mano que lo había doblado. Así, que no se preocupe, puede confiar en mi escrupuloso sentido de la perfección para hablar de sus excelentes poemas. Yo soy la persona ideal: he dirigido la Casa del Poeta más importante, no sólo del DF, sino de la República, no, es más, del mundo: sí, del Universo. Usted estará incluido (este paquete lo incluye) en antologías, revistas, presentaciones, no sólo en el Palacio de Bellas Artes, y en la Nueva Época, sino también las Ferias más importantes del país y del mundooo, sí, tal como lo oye, del Mundo.

Lo único que tiene que hacer, como ya se lo dije, ese mi Jaguar, ese mi Chicharito, es mandar un msg al 01 800 QUIERO TRIUNFAR, sin costo alguno. No necesita de dinero, para ser un rey, no necesita de moral ni de disciplina, tampoco de orgullo ni humildad. Sólo necesita de su ambición, mi avaro enano, mi barbudo grillo panzón. ¿Por qué no regalar y regalarse al mismo tiempo la trascendencia en manos de los mejores profesionales de la poesía? O sea, yo, y mis múltiples yos.

Aquí sólo encontrará libros verdaderos, no esas nefastas cosas que abundan en las editoria-luchas que sólo publican a poetas jodidos y fanfarrones. Aquí no trabajamos por hambre, trabajamos para servirle a usted, sólo a usted mi conquistador, mi benévolo. Como le decía: si quiere quedar bien esta navidad, o en el cumpleaños, o sólo por el gusto de regalar algo efectivo, pues ya sabe; búsqueme en la sección amarilla, donde aparecemos sólo los mejores, o sea, los que tenemos suficiente trayectoria para aparecer en los Diccionarios, o sea, los escriturados, los que tenemos certificado de pedigree, ya sea en la unam, la ibero, o en cualquiera de estas blancas clínicas que nos califican como descendientes de pura sangre.

El poeta y su trabajo es lo que vale, y eso sólo yo y usted lo sabemos, el Gol a nosotros nos importa porque es la forma en que todos nos avalamos en la cancha de la poesía mexicana, donde “estamos todos los que son, aunque no estén todos los que están”. Así, que ya sabe, si quiere aparecer en estas blancas páginas, márqueme ahora, y obtenga el PAQUETE-CONSAGRES, que con gusto, mi estimado poeta, performancero, camarógrafo, pintor, amenizador de eventos, y desmadrozo calentón, trabajaré en un chingón ensayo para usted, donde hablaré de sus potenciales cualidades, y otras que aún usted mismo no descubre, a güevo!!!, llame ahora, y ya verá cómo hablarán de usted en todos los encuentros. No importa si bien o mal, lo importante es que hablen. Y recuerde, que cuando los perros ladran es porque está avanzando Sancho. Acérquese al balcón, y si está desveladito, prenda la tele, que ahí nos vemos.

roberto.absenti@gmail.com


La Institución soy Yo

 

Escucho la plática de la mesa de a un lado, y noto que alguien está hablando de mí. (Afortunadamente no me conocen, lector). Me imagino que sólo reconocerían mi antifaz y lo que cada semana los golpea en el estómago, supongo, y los deja con la boca llena de mi detestable persona, según escuché de sus “inteligentes” palabras.

En realidad no llegan a llagarme las frases como “es un pinche criado del sistema”, o “sólo trabaja pa’ los de arriba”, aunque la que más usaron durante las varias horas que ocuparon para amenizarme la noche, fue la de “se cree más que nosotros y seguro ese wey es mucho más misógino, nada más que se hace pendejo”.

No me hacen tanta gracia estos comentarios, aguerrido acompañante de trago, pues me cuesta uno y la mitad de otro sobrevivir en un país como éste, en donde la masa, o más específicamente, la bola de “artistas” muertos de hambre, igual que yo y la mayoría de la “plebe” nacional (que digan lo que digan ocupa más de 80% de la sociedad) a lo único que aspira es a “tener”, sin importar si es robando, estafando, usurpando, volviéndose vulgares copiones (como una franquicia del Oxxo…), e incluso a costa de sus iguales jodidos, que cuando pueden también los chinga, con el único pretexto de “¿por qué ese pendejo tiene mejor coche que yo?, ¿por qué ese wey tiene un proyecto y yo no?, ¿por qué a ese maleta lo invitan a las lecturas y a mí no?, ¿por qué ese “pendejo” tiene una editorial exitosa y yo no?, y peor aún, “por qué la vieja de ese pendejo está más chida que la mía?”, a güevo!!!, hasta usted lo ha pensado, a poco no?, siempre está más buena la vieja del vecino porque no es de uno, todos aspiramos a ser un jefazo (legitimo o no), aunque sea de alguna de las esquinitas oscuras de este ‘che país, que según encuestas recientes ocupa el primer lugar en sobrepoblación de perros callejeros.

Son varias las veces que he recogido especímenes que parecen tiernos (e inofensivos) en la calle, y que a punto de morir, con el parvovirus avanzado, los recojo, porque aún me da lástima abandonarlos a su maldita suerte. Pero ya hastiados de la vida, ya temerosos y asustados, algunos de ellos lanzan una mordida a algún miembro de la familia. Es más, a mí: que soy su amo. Al principio, ese acto me era incomprensible, pero después de conocer a más de un “perro” que actuaba igual, entonces vi claramente el porqué de esta violenta reacción ante sus salvadores: nacieron con un puñal atravesado en el corazón, y a muchos de ellos los mata, pero los que sobreviven, lo guardan en el pecho como un germen, y ese germen es el que ahora nos gobierna a todos.

La mayoría de estos animales “artistas”, amigable lector, no voltean hacia arriba, sino a donde pueden, porque sólo tienen ese modo de ejercer la venganza en este mundo para saciar su hambre… pues ya no es saber quién se las hizo, sino quien se las paga. Tampoco es para satanizarlos, esto sólo lo digo para que sepa usted cómo reaccionan. A fin de cuentas todos tenemos algo de ese perro que merece ser asesinado. La única diferencia es que unos se aferran a orinar todo lo que les rodea. La gente no lo nota porque está acostumbrada a ser orinada desde lo alto del cielo. A que la lluvia sea tibia y amarilla. Están acostumbrados a guardar el sol dentro de una cerveza en la heladera. Y no lo notan.

Todo esto pienso mientras escucho que hablan y dicen que yo pertenezco a la Institución, cómo la ve, mi compungido perricida. Que segurito me paga a escondidas el gobierno para que tire mierda, o que si no, lo hago pa’que me den mi huesito, haciéndola de director de alguna casa Trotsky o algo así; ya ven que por eso me la paso ladrando, claro que esto no me pasa solo a mí, es un mal social bastante generalizado: yo lo veo dentro del medio editorial y sus poetas. Por ejemplo, todos o casi todos, se dicen contestatarios o de izquierda, pero si ven una modestísima “editorial” a fotocopias, la ven con el debido menosprecio por ser algo sin trascendencia, pagado con las tristes monedas de un Don Nadie, y todos terminan aspirando a publicar en las “buenas editoriales y revistas”. Quién va querer poner en su currículum un fanzine, un premio de chocolate, unas madres engrapadas en un cartón: no, todos quieren en el fondo publicar en las editoriales pagadas por la institución, aunque se digan contestatarios y de izquierda. Aunque tengan que irle a rogar a la izquierda-derecha del PRD, o si aspiran a la liga nacional, a la derecha-izquierda del PAN; los “principios” se olvidan a la hora de roer el hueso del erario público y de obtener el “merecido” reconocimiento.

¿No le parece sorprendente que a este dislocado escriba, que a punto está de perder su trabajo, y que con dificultad paga la renta por no aceptar las propuestas de chamba (que no faltan, déjeme decirle) de diversas instancias públicas: que acusen a este aborrecedor de “lo burócrata”, de ser esclavo de esas ideologías?

Sonrío un poco, pues he visto a más de uno de estos inocentes violentados, terminar recluidos en una casa de cultura, asumiendo un cargo en la Secretaría, o simplemente vendiendo las nalguitas por dos pesos al mes. Así normalmente acaban todos. Lo que me cuesta trabajo adivinar (o dígame usted) es el porqué terminan así. Pareciera que ninguno de ellos sabe cómo sacar un proyecto cultural adelante sin mantenerlo con apoyos institucionales; como si fuera obligación del gobierno mantenerlos de por vida. Olvidan que fueron sólo hechos para echar a andar dichos proyectos, para que después estos mismos generaran recursos para sostenerse. Definitivamente no saben hacer cultura, se creen europeos y no piensan que en este pichurriento país a güevo se tiene que trabajar, aunque no quieran.

Me parece que si algo quieren destruir: deben afinar mejor su navaja, porque corren el riesgo de terminar deshilachando sólo la falda de su madre, y todo para que les ponga un poco de atención. Que yo soy la Institución, estuvieron diciendo en su plática, lector, y a mí sólo me da un poco de risa, pues sé envidian mi lugar en este Semanario.

Al final, no pude evitarlo, escrupuloso escucha, y me acerqué a la mesa para preguntarles quién era ese tal Absenti del que hablaban, pues sonaba divertido saberlo, y no quería irme sin saber quién era ese ojete del que tantas cosas deleznables se tomaban la molestia en decir; a lo cual me respondieron que no era nadie, que era un imbécil que servía al gobierno, y que si quería mejor, me hablaban de gente que de verdad valía la pena. Después de dos cervezas más, volvieron a retomar la plática, y empezaron a planear cómo atacar al Fulano de tal (o sea yo), para lo cual, lo primero que se les ocurrió fue hacer un Balcón para lanzarle bolsas con mierda al susodicho. Se me hizo buena idea y los alenté. Seguro dentro de poco tiempo sean recompensados con una beca, un premio, con un grupo de alumnos, o con un puesto burocrático.

Sé que estos poetas “under” me están leyendo, y que ya conocen mi cara, así que cuando volvamos a toparnos en alguna cantina, ya saben quién soy. Me vieron a los ojos y hablaron de mí, y pueden sin prejuicio volver a hablar sobre lo culero que soy, como esa noche en que nos conocimos. Que para eso son los amigos, ¿qué no? No se preocupen, para mi será un placer escucharlos, y verlos cómo replican mis palabras, mis gestos, mis obras, a falta de ideas propias. Seguro escribirán su sección en algún blog que diga “Con Absenti no me llevo”. Sé que no lo hacen con mala intensión, simplemente que no saben hacer las cosas de otra manera. Por eso hoy les dedico esta columna, a ustedes, perros de la calle que algún día serán gobernantes de una Casa del Poeta, o del propio Bellas Artes, y que lentamente verán cómo se consume su vida en una casa vacía, y todo sin saber cómo fue que llegaron a tal punto que se quedaron sin nada, mas que con un salario, un seguro de vida, una familia que los odia, y un hueco en la tierra, pagado años antes de su muerte.

Se los digo a ustedes, mis lectores, porque sé que cuentan con la sinceridad de este su Mefisto de cabecera. Sé que a la gente le cuesta decir la verdad, pero usted no se acobarde, y si quiere hablar con la neta, aquí tiene un espacio en el balcón, para charlar sin ninguna bronca y apreciar lo bien hecho de la vida.

roberto.absenti@gmail.com

El Master of muppets, o dime quién mueve

El Master of muppets, o dime quién mueve
las manos del titiritero




Me parecen que ya sabe que me quieren correr de esta columna, lector. De hecho no sé si esta columna salga al aire (si la está leyendo: es sí) porque la editora de este diario me ha lanzado la amenaza de correrme definitivamente, pues afirma que no es posible escriba en estado etílico mis columnas, pues la semana pasada recibió varios reclamos porque resulta que mi texto sobre Sensacional de misóginos fue demasiado hiriente para algunos varones.

Me ha solicitado que me disculpe públicamente por los agravios de lo dicho, pero no sé de qué disculparme; lo que sí sé, es que tengo un compromiso con ustedes, mis expectantes lectores, y no me rindo ante una simple amenaza, para lo cual les pido, que apoyen a este “tunde teclas”, como lo diría el apreciable Guillermo Vega Zaragoza, y mande un mail al semanariodeportivodepoesia@gmail.com, si desea seguir leyendo lo que un servidor realiza semana tras semana. Por el otro lado le pido a la editora de RING que sea benevolente y si junto un mínimo de buenas firmas, me permita seguir lanzando gags desde mi sombra en el tablado.

Entre tanto, y aprovechando el tema, mi admirable atento, abordaré el tema que a veces vuelve locos a los comentaristas en la TV nacional; o que en la radio hace se agarren a insultos hasta “las almas más nobles” que habitan en el senado, o en cualquier vulgar casa, de esta nación en sana descomposición. Así es, hablaré de los Titiriteros y de los hilos que mueven. A poco a usted no le gusta adivinar quién está detrás de “éste” o “aquel” poeta, de “éste” o “aquel” político. No le gusta indagar quién mece la cuna de los jóvenes que usted veía venían tan bien, y de pronto, ¡oh no!, ¡no puede ser!, porque ya se habían vendido, y todavía no tenían nada que vender, y usted se lamenta: ¡tan pronto!

Y luego la pregunta necesaria: quién les movió las cuerdas, los lazos, los cables, quién les jalo del hilito para echar a andar su maquinaria de bajas pasiones, y que sirvieran a “una causa mayor”, que por supuesto es la que mueven los Venerables que conducen al pueblo hacia la “verdad” que los mantendrá ocupados, ya sea leyendo un libro o viendo un partido de futbol, que parece, a estas alturas del juego, es ya lo mismo. Un libro ya no garantiza despertar nada, y mucho menos conciencias.

Por ejemplo, cuando te ponen en la calle un candado para inmovilizar tu auto, ¿sabes quién fue el autor intelectual de la Norma por la cual ahora infringes algún código? Cuando por ejemplo llegas a una lectura de poesía, ¿sabes quién es el autor intelectual de los poemas que escuchas?, ¿o asumes que por el hecho de que los leen sus autores son obras de su creación?, ¿cómo saber la diferencia?, ¿sabes distinguir entre un poema creado para religar a la congregación, de uno confeccionado sólo para regodearla en lo que es?, ¿o en dado caso podrías reconocer uno concebido para modificar ex profeso la opinión del escucha? En dado caso, ¿quién es el qué mueve las palabras, los hilos de la mano, preguntaría Borges, a poco no?
Para mí, que a eso a lo que quieren llamar poesía mexicana actual, es el inconsciente colectivo, que movido por intereses o la necesidad de sobrevivir, hace que los poetas (rechazados o no) escriban de un modo parecido, como si los poemas fueran sacados de una fábrica de pan, ¿no cree, crítico lector?... y donde obedecen al molde: y la poesía social (que no crítica) es la que rifa, entonces todos ponen “una cabeza por aquí”, “un pedazo de cuerpo por acá”, “un poco de lamentos arribita”, y un remate que trate de decir “no queremos más violencia”, y listo, un poema adoc a nuestra realidad.

Ahora… si es la época de celebrar a López Velarde, el vate nacional, aquel de “que suave es la patria”, entonces basta que pongas “zozobra” en el tercer verso y “retorno” o “maléfico” un poco más adelante, y si puedes meterle un poquito de sabor con la Culpa del deseo pecaminoso del macho católico, pues ya está: tienes listo un poema para concursar en algunos juegos florales. ¿Pero quién fue el autor intelectual de este “crimen perfecto”, fraguado en un poema? ¿Quién lo creó y dejó lista la fórmula para ser bien acogido en el seno de las Instancias del Mejoramiento de Salubridad Intelectual y Poética de los Ciudadanos Mexicanos (la IMSIPCM)?

Que por cierto, y viene al tema, cuando cumplía mi ronda vespertina de “piojo” en la librería de Gandhi de Quevedo, me topé con un libro donde figuraba como prologador y ¡compilador!, el ex diputado y político mexicano (no sé la verdad si prófugo aún de la justica), y también ex director de la revista vozotra, Javier de la Mora, que ahora ha regresado más convencido que nunca de ejercer su voluntad imperiosa y hacer que la gente vote (con plena confianza de que la poesía queda en buenas manos) por la Revolución Institucional que hace ya varios años representó Paz, con su inteligente “tradición de la ruptura”.

Me parece que la experiencia enseña, y esta ocasión el titiritero procura mantenerse detrás del escenario, camuflajeado entre las sombras, ¿no?: como esa enigmática escena en la película de Kieslowski, donde la protagonista de pronto descubre al “artista” moviendo los cables de un mago. A poco no podría bien adaptarse para una escena mexicana en donde aparecen los poetas o ensayistas bailando, con brincos medio torpes y, ¡clásico de nuestros efectistas especiales!, los cables todos visibles rompiendo el “hechizo” de que los bailarines vuelan… y es más, hasta de pronto, ups!!, que se caiga la cortina del fondo, y ahí los tres titiriteros moviendo las marionetas que recién les prestó su jefe. Ah, y eso sí… el jefe, nomás no nos toca verlo; pero si lo buscas en los créditos de producción de la obra, seguro lo encuentras. Al final los espectadores salimos irremediablemente con una enorme P en la frente, porque sentimos nuestra entrada fue un vil fraude.

Por eso, lector de cabecera, no se adelante nunca a pensar que lo que pasa delante de sus ojos es real. Fíjese bien, que en México siempre se notan los hilos de los títeres, y si mueve un poquito la cortina, verá al titiritero. Y no se sienta mal, que si lo que necesita usted es mover un poquito, aunque sea, la realidad que le rodea, pues bien puede meterse en una de las botargas del doctor Simi, y a la vieja usanza “revolucionaria”: cambiar el mundo desde “adentro del sistema”, musitándole en secreto “poemas contestatarios” a los consumidores de medicamentos cuando se le acerquen, y ya verá como usted solito logra redirigir algunas conciencias, a que por lo menos, le compren también a la competencia: al Dr. Vara Vara.

Aquí en México hay chamba para todos (nadie se queda sin trabajo) y trabajo siempre habrá para el que quiera trabajar, a güevo!, que eso es lo que nos enseñaron nuestros jefes, y pues el que paga manda, ¿no?

Yo mismo ahora me siento asolado, casi sin ánimo para mofarme con negra ironía de mi próximo despido, pero hago el intento, levanto el cáñamo del escritorio, lo amarro a mi pluma, y pongo a garabatear mi mano, que parece más bruta, cuando me descubre en el espejo moviéndola, obligándola a escribir lo que yo quiero. Después de todo, ¿qué puede hacer?, es mía y jamás podrá elegir dejarme, ¿o sí?

Si quiere que este escribano testarudo mantenga abierto este balcón para ver el nuevo espectáculo guiñol, escríbame a: roberto.absenti@gmail.com


Sensacional de misóginos

o un, dos tres por todos mis amigos

Qué paso, mi carnal, ya se me estaba desesperando, ¿no? Seguramente pensó, hoy no llega el Absenti, pero ya sabe que yo no le fallo. Lo que pasa es que se me atravesó una pachanguita de la cual apenas vengo llegando, y uta, mi chava que se pone loca que porque me fui a chupar “con mis amigotes de la casa del puñeta”, me gritó la desgraciada. Pero la responsabilidad es ante todo, y aunque la ignorante de mi mujer no sepa qué es la poesía o para qué sirve, mis hermanos poyéticos son ante todo, y por eso hoy, mi cómplice lector, mi atascado leyente, voy a confesarle cuál es el dream team de los poetas más machines de México. Y no crea que lo digo porque esté ebrio o porque sean mis amigos, si quiere se lo sostengo también en mis cinco.

La neta, lo más seguro es que usted ni los haya leído, porque estos son poetas machines, no de esos que andan glamureando por el mundo presumiendo que son “lo de hoy”. No, estos son hombres que dicen lo que piensan, lo que quieren que suceda, y lo hacen suceder. Y pues la pura verdad es que, como que a las viejas eso de pensar, del arte, como que no se les da; y estos camaradas, comprensible lector, lo dicen sin pelos en la lengua. A mi parecer son de esos poetas malditos, que dejaron atrás la risoria parafernalia de Bukowski y que son ellos, contra viento y marea, aunque a veces la gente los mire con asco.

Pues ahí le va. Para la portería está José Eugenio Sánchez, y no porque le guste atrapar las pelotas, no, sino porque tiene una agilidad verbal para el albur, para la guasa, que su poesía es una especie de acto ventrílocuo donde uno no sabe si es él el que habla, o el pueblo mismo por su boca. Es un güerco hecho y derecho, y que le gusta jugar con las palabras para herir acertadamente, fíjense por ejemplo en esta destreza verbal: “no se culpe a esta mujer de haberme volado la cabeza, de traer hasta mis labios la canción de su cintura, no se le tome venganza, no se me tome cariño, tampoco la detengan es su descarnizada pasión al desnudarse, sólo prendan las velas, súbanle a la música, que no falte queso ni vino en invierno, las catástrofes requieren sutileza, hoy el asunto es otro: como confiar en el azar si es un padrote”.

¿A poco no está chingón?, qué forma tan sutil y magnífica de aclararle a la mujer que para nosotros los hombres ellas no son inferiores, y que no competimos con ellas, pues entre nosotros ellas simplemente no existen, pues son nuestra sombra, nuestro dolor, nuestra poesía misma, a güevo!!!, si ya lo dijo el maestro de maestros, Bécquer, “la poesía eres tú”.

Para el medio campo no habría otro mejor que el Alberto Vargas Iturbe, el Pornócrata, ¿qué no?, porque este sí sabe dónde poner la pelota, y mueve los pies lento pero seguro. Sabe perfectamente a dónde lanzar el pase, y a parte está siempre muy seguro de sí mismo. Las sabe hacer gritar, pedir más de rodillas, castigarlas si es necesario; lo que sea con tal de que disfruten, porque quién las va conocer a ellas mejor de lo que ellas mismas se conocen, si no somos nosotros, sus creadores. Son criaturas que como buenas potranquitas, necesitan de un buen tratamiento para que no vayan a salirse corriendo a la calle y las atropelle el camión de la basura. El Pornócrata es un máster en esto de educar a la yegua. Les dice, a la usanza del sen sei Paz, “chillen perras, chillen”, y luego “las pone a cuatro patas, y se las deja ir”, para que vean su “verga como una estrella”. A poco no es magia lo que hace con esa varita de escribir, el buen Beto. Mi amigazo. Es como para otros tres días de farra, y luego resucitar con una caguama bien helodia, a poco no, mi bienaventurado escucha.

Las dos puntas de flecha serían Sergio Valero, y mi buen Adán Echeverría, que con dos o tres pasecitos ya estarían en la portería enemiga listos para, con un cañonazo, penetrar los tres postes, y perforar la red. Lo anuncia Adán: “Dos penes cariñosos para sobar mejillas ¿quieres que te mire coger? Déjame sodomizarte clávame ese bastón de aluminio que te he regalado”. Irían por la derecha, y Valero mandaría un pase de globito para desmembrar la defensa: “(sierra) Mujer desnuda de grandes tetas sexo oscuro rostro rojo cuerpo inerte sin ojos dos pies una mano y otra mano en la boca (sierra) Mujer desnuda sin cabeza”. Una vez deshecha la protección del enemigo, podría llegar Echeverría, y con la cabeza en los pies, daría un cruce, un quiebre, burla a uno, burla a dos, iría pensando: “Tu madre me pide que la cubra entera Que nadie quede sin lamer el crucifijo Se me abre la espalda de tu hermana se me abre entera y en canal para que siembre mi ponzoña” y con la zurda, para destantear al guardameta, lanzaría su dardo, el tirititito directo al ángulo donde hacen su nido las arañas: “Ven a morirte encima de mi boca, quiero cogerme tu cadáver”. Y con ese gol bastaría, incluso con cuatro jugadores en la cancha sería suficiente, contra los otros 11, con todos los que vengan, que para esos somos hombres.

Y desde la orilla del campo, el director técnico, Eduardo Lizalde, miraría detenidamente el triunfo. Y sin tanta parafernalia, pues para él es normal ganar desde la oscuridad de los que saben el triunfo es un acto secreto, diría a su asistente técnico M.B., aludiendo al cómo la enemiga pide ser destruida: “oye lo que dice, ¿alcanzas a oírlo?”, y Lizalde le traduciría el rumor (que es la misma perorata que sabe escuchará cuando vuelva a su casa cayéndose de borracho): “Cuánto mejor yo fuera, si tú mismo no hubieras sido lúbrico al formarme ―eterno y sucio esposo― y al fundir mi bronce en tus divinas palmas no me hubieras deseado en tan salvaje estilo. Mejor hubiera sido, de una buena vez, haberme dejado en piedra, en cosa”.

Y se lo repito, espejo interlocutor, no es que esté borracho, si quiere se lo vuelvo a escribir en mis cinco sentidos, pero este es el dream team de cualquier cabrón que quiera considerarse como tal. Así que por hoy no cuenten conmigo, porque la farra se está poniendo buena, y el balcón sólo por hoy está abierto, únicamente, para los que saben que la mujer es Satanás que vino de la nada para destruir a los hombres, ¿a poco no?

Felicitaciones, sugerencias (y teléfonos), a: roberto.absenti@gmail.com


Revolución poética para “el Nuevo Mundo”

(si Benito Juárez quisiera ser poeta… lo seguiría por tierra y por mar)

Es interesante como suelen perseguir en diferentes épocas, forajido que hoy me acompañas, a los disidentes de un imperio religioso, aunque tenga estructuras políticas y sociales que bien parecen funcionar, pero que tienen el mal hábito de construir la realidad, como a ellos se les antoja, esto, desde el único sitio donde puede ser posible: el lenguaje.


Así es, mi conspirador escucha, lo han hecho por siglos y siglos: los egipcios, los griegos, los romanos, desde hace ya un buen rato (y con el buen tratamiento de una lengua muerta por bastión), los cristianos. Antes perseguían a sus “enemigos” con todo tipo de armas, pero ahora, lo hacen más simple y más práctico, como resultado de un largo curso propedéutico (de la conquista para acá): basta decir “a-diós” para enfilarte al Monte de Piedad de los espíritus, donde te darán 58 pesos por esa cosa que ellos mismos llamaron “alma”, pero que no es otra cosa que tu pensamiento: eso sí, medio enajenado y adormecido por un golpe de agua que te dieron al nacer.

Ay, querido cómplice de muerte y vida, cuántas veces no te has cansado ya de desilusionarte, de estar esperando. “Esperanza”, le llaman aquí a ese lugar frío en el fondo de tus ojos, y que cada vez que te rompen la cabezota con la traición, te alimentan no el odio, sino la tristeza infinita que sientes al dar vueltas en una licuadora que busca meternos a todos en el mismo pulque de excremento sacarino.


Evidente es que en la poesía no puede ser diferente (al menos no por ahora), pues para ellos la palabra es el origen mismo de lo sagrado, de lo intocable, y por consiguiente de la tradición. Les cuento esto, a colación de que me topé con el programa de un “encuentro nacional de poesía”, Jornadas Lopezvelardeanas, que incluye dentro de sus actividades y lecturas, una misa. Así como lo escucha, mi incrédulo camarada.


Lo he visto en las primarias, y en preescolar, donde todos los niños son arriados a la misa, sean o no católicos; se reúnen las maestras, las mamás para organizar la dichosa misa, y los que no asisten son una especie de “malas personas”, inadaptados sociales, pues hasta jurídicamente han sido “olvidados”, ya que la ley afirma que cada quien puede tener el “culto” que quiera, pero no se aclara que uno puede “no tener culto”, y vuelve disidentes en automático a los que no profesan religión alguna. ¿Qué extraño caso, no cree, laico amigo? Y ahora resulta que hasta en los encuentros de poesía hay misas. ¿Puede creerlo? Se imagina a todos los poetas arriados a persignarse, para asumir pasivamente un credo o fe que no les pertenece, pero que tienen que aceptar como una generalidad nacional por el simple hecho de no ser excluidos de la comunidad que organiza el evento, que dicho sea de paso, es representante del Estado (con los logos del Gobierno de Zacatecas, Conaculta, INBA), es decir, son funcionarios públicos, que una vez más se suman a las polémicas anti-laicistas; y hacen recordar varios pasajes, entre ellos aquel cuando Fox retiró el retrato de Benito Juárez de los Pinos, que ahora bien podría sustituir con el de Ramón López Velarde, que parece ser la punta de lanza de los negligentes funcionarios públicos que administran la Casa del Poeta, que lleva este nombre. La pregunta es, si también se harán de la vista gorda todos los escritores y poetas que se dicen defensores de la libertad en México. Y me viene a la mente Óscar de Pablo, que asegura ser militante de izquierda, pero que come sólo con la derecha, y hace caso omiso de ciertas “anomalías” incongruentes con su “convicción”. Y no se le ve interés alguno por denunciarlas.


Algo no está bien, estimado lector, y aunque lo sabemos, preferimos voltear hacia el techo para buscar manchas en el tirol. Yo no soy creyente, ni ateo, sino todo lo contrario eh. Sólo pienso que en toda secta y religión, los creyentes tienen la desventaja de ser siempre los últimos, por las enseñanzas y valores que les dictan, por eso los pobres somos la mayoría, por eso la poesía oficial (y no oficial) es un coro de angélicos monaguillos que gritan afónicos una cancioncita dominical.
El poeta fanático canta como parte del proceso de un sacrificio, donde se entrega un hijo muerto en pos de un bien mayor. Abraham lo hizo. Al poeta mexicano común y corriente también se le obliga a través del yugo del hambre y la necesidad. Yo nomás digo que esto parece un mal chiste. A poco no dan ganas de ser un “hereje” para “tomar algo para tí”, pues eso es lo que significa hereje: “tomar algo para sí”, según su etimología. Entre tanto, apreciado viajante de mis letras, te invito a no vivir del diezmo público, pues si Benito Juárez lo quitó y evitó que la iglesia se llevara nuestros borreguitos, por qué dejar ahora que los “padrecitos” poetas se lleven nuestros impuestos a la boca, y no sólo eso, también se lleven nuestro derecho de pensar y cuestionar.


Yo lo invito, a que desde este balcón, podamos ver cómo estas amaestradas criaturas rezan en versos de vanguardia solar, para que no se les hunda el barco y para que no se les muera el sol… pero de nuestros varos. Y aunque le ofrezcan hacer la revolución en Bellas Artes, no se ponga cómodo, no vaya a ser que se lo claven, y después lo crucifiquen, tomándole la foto del recuerdo con el ladrón de al lado (que por cierto se llama Calderón).


Mejor venga aquí a echarse unos vinagres conmigo, que para eso son los amigos, a güevo!
roberto.absenti@gmail.com

Walter Mercado, nuevo gurú de la poesía

Son cada vez más (y usted también los ha visto seguro que sí, querido lector) los “poetas” que se suman a las filas de alguna logia, secta, o simple grupo religioso, que bien puede idolatrar desde a Maradona, pasando por los Caballeros Jedi, hasta una caricatura guadalupana, tipo South Park. Lo sorpresivo, alegre crítico de lectura, es que el poeta cada vez se siente más identificado con el eco de su época (sea la tv ―con programas como Cada quien su santo y La rosa de Guadalupe―, o los rock stars, religiones exóticas, modas mediáticas ecologistas o de supuesta política de izquierda, el fenómeno de la influenza, y hasta con el ruido del Sueño mexicano), y no ejerce ninguna clase de crítica; sus poemas quedan en el remedo del mundo televisivo; de tal modo que no hay diferencia entre el mensaje “contestatario” de Televisa y el de algún poeta mexicano.

Pero recientemente la moda apunta hacia el esoterismo, la religiere; como siempre se ha visto en todos los tiempos tiende a lo dogmático radical, y que podría deducirse como una corriente: el evangelismo poético, donde los entes seudo poetas (más monacales que talentosos) se tratan de posicionar como los siguientes “mesías” (o sea quieren desplazar al Peje, al Sub, e incluso, en una competencia desleal, al católico Sicilia), y se vuelven Juan el Bautista anunciando un nuevo mundo, según ellos basándose en datos “astrales”, para pertenecer así a la Nueva Era acuática del mundo. Son poetas new age, que no le llegan ni a los talones a los testigos de Jehová, pues ellos sí andan de casa en casa tratando de cooptar, o sea “salvar”, a los pobres pecadores que habitamos este mundo.

Ay, amigo lector, son como una plaga (que no se me malinterprete, mis respetos pa’l Chuchito), pero cuando uno se topa con cosas como esta: “Existe una cierta hora de la tarde en que uno agradece a Dios porque existen las escaleras eléctricas (…) ¡Dios, de verdad te lo agradezco, SOY PRIVILEGIADA por pertenecer a esta clase media tumefacta! (fragmento de un poema de Rocío Franco López)”; o este otro verso: “Qué somos los poetas, quizá el pacto de Dios ya sin aliento (de Arturo Chávez Carmona)”, y este otro más: “Diosito, diosito porque eres bendito, y porque te gusta el fut mete el gol y hazme el milagrito (para qué les digo de quién, si hasta da vergüenza)”, no queda más que lamentarse de que aquí en este nuestro México, cualquier mono con gracia en las manos para hacer malabares con los testículos de un maestro, pueda subir y presentarse en ferias, encuentros y cosas por el estilo. Y luego uno los mira cómo caminan barbilla alzada para vilipendiar a sus “torpes” contrincantes (o sea los que escriben mal) porque ellos sienten ya tienen un pie en un Cielo que como todo en el país, sólo es un “viajesote”, y se ríen de los pobres ignorantes, inocuos, bastardos que no alcanzamos un boleto para ser admitidos en la secta de los “Solecitos solitarios”, futuros funcionarios de quién sabe qué comunidad suicida.

Hace años no me hubiera imaginado que Walter Mercado era un genio. Nacido PISCIS ha sido bautizado en muchas religiones y sectas de todo el mundo como el judaísmo, catolicismo, cristianismo ortodoxo, hinduismo, taoísmo y sufismo. Su nuevo nombre, que le fue revelado en un sueño, fue Shanti Ananda, que significa paz y felicidad. Ahora descubro, analítico compañero contemporáneo, que soy de visión corta, y no notaba la veta diamantina que ahí latía, igual que un manantial cristalino. Pronto (no me sorprenderé, lo juro, e incluso iré a verlo) el buen Walter estará en Bellas Artes, y con él, una larga fila de acólitos poéticos gritando consignas religiosas apocalípticas de un Nuevo Mundo que existe ya desde hace más de 2 mil años. Estaría de lujo verlos a todos juntos con su trajecito de generación, con su gorrito de graduados, en la entrada del Palacio (sí han visto cómo toman las fotos, ¿no?), con una sonrisa bonachona, célebre, pues seguros están de que serán los nuevos Sacerdotes de la poesía nacional.

Los casos están muy a la mano. Yo me acuerdo de dos o tres poetas (a ver dejen voy por sus libros para compartirles algunas líneas de su amor al dios padre); sí, aquí están. Uno de ellos, por lo visto consentido del “buen gobierno”, o sea, del País, se hace llamar Yaxkin Melchy, y pone cosas como esta: “soy la Luna verde cubriéndose de selvas / y que mañana será el Sol / qué grande es la ciudad / dios / es una estrella de mar de luces / voy lejos / voy a morir / cuando muera el Sol verde”, u otro, que también tiende a la cursilería cuasi eclesiástica, aunque es un completo desconocido: es un tal Hugo de Mendoza, y anoto, sin omitir las faltas ortográficas del poeta, que supongo es parte de su propuesta poética: “Cristo cumplió 33 años Y se colgó en las cruces de los tiempos. Desde la altitud nos espía Como un faro a la marea. Sabe soy PISCIS Que soy dos Equilibrandome en el símbolo de Libra. Algiuén ha habierto el regalo La puerta Es el Amor recibiéndonos En su nuevo nacimiento”. U otro poeta, que en su presentación aclara “es libra, ascendente en PISCIS”, es Luis Felipe Fabre, y que también habla desde su corazón habitado: “Porque una poesía de fuego como la de fray Juan de la Cruz deja marcada una lengua. Tal vez, desde fray Juan, el español adolece de una nostalgia de Dios: ¡qué susto! ¿Me está saliendo el monaguillo que fui cuando niño?”

Son muchos los que he visto, influenciable lector, pero no quiero verme excesivo. Sólo un poco de leña para la reflexión, porque la poesía muchos años fue cooptada por instituciones religiosas, y en gran parte ellas la han construido, y he ahí su peligroso laberinto simbólico. No trato de persuadir a nadie de abandonar sus creencias, pero que no se piense que escribir poesía va de la mano con la oración y la traten de utilizar como señuelo para subir los escalones del cielo de Bellas Artes (luego hay padrecitos haciéndose pasar por poetas, para evangelizar a través de la poesía y luchar contra las fuerzas del Diablo). Por eso ser poeta “maldito” hoy en día se sabe con claridad, es igual a ser un poeta “bendito”. En definitiva la poesía es la “maldita palabra” que nos fuerza a ser lo que ella dicta. Así que tenga cuidado lector, no sólo con lo que pide o piensa, sino sobre todo con lo que habla, y póngase atento, no vaya a ser que se le pegue un virus oral, y de pronto se halle de rodillas ante algún santo invertido. Recuerde que la superstición es uno de los peores males. O en dado caso, ¿por qué no?, mejor ser cabeza de ratón, que cola de león, y haga usted su propio negocio religioso, que podría llamarse así: La cofradía de los delfines, a güevo!!, ¿a poco no le gusta?; funde su escuela eclesiástica con miras en un Nuevo Mundo, y qué importa si no llega, porque para entonces ya estarán muertos los creyentes que esperaban.

Dicen que el Mercado es re milagroso, y me refiero a Walter, y no a su hijo no reconocido, Tonatihu. Así que sí de verdad quiere entrar en el show de la poesía actual, póngase a la moda y edite libros-veladora con la imagen de los poetas que usted crea puedan ser más benignos para con sus “creyentes-clientes”, y después los vende como libro objeto, con un poco de cartón, papel estraza, y listo, usted ya está In de la Nueva Era. Pero apúrese, no lo vayan a dejar fuera, porque ya sabe, que si no está con dios, está en su contra, y no quiere que vaya a caer sobre usted su ira, ¿o sí?

Recuerde este dicho jesuita de Ignacio de Loyola a los laicos: “Dios nos llama a todos y a cada uno a una gran empresa. Ignacio nos dice que nadie está excluido; viejos y jóvenes, laicos y religiosos, hombres y mujeres, todos estamos llamados a compartir en el plan de Dios. El laico tiene su vocación propia, igual que el religioso, y el sacerdote tiene la suya. Lo único que importa es reconocer este llamamiento, y responder a él con fidelidad”. En dado caso de que a usted lo persigan, ya sabe, está de más decirle, que aquí tiene un búnker para resguardar su acongojada mente cuando se quede solo y sienta la mirada acusadora del mundo, señalándolo por ser alguien que no cree en Ellos, en Él, y mucho menos en la servidumbre de su Casa. Así que, hermano, ya sabe que yo lo quiero, y le mando todo, todo, lo que me sobra.

PD. Si se sintió agredido con este texto, mi apreciado y desconocido antagonista, le pido haga caso omiso de él. Si asintió en uno o más puntos, enhorabuena mi apreciable aliado, espero le sea útil para caminar con la certeza de que usted no es el único ser en la tierra que sabe algo no está bien cuando todos los días el Cielo acecha con su camuflajeada liturgia.

roberto.absenti@gmail.com


Antología arbitraria de las mejores editoriales independientes, a güevo!!

Ahí les va, amigos lectores, y enemigos también, aunque sólo me lean en defensa propia. Aquí, en definitiva no presenciará usted algo parecido a la Feria de Independientes en el Zócalo, donde se encuentra uno cada fotocopia mal engrapada: no, ni tampoco el Mapa Poético, donde entran todos los poetas, basta alguien los haya empujado sobre la página de alguna publicación, sin importar calidad ni poesía o editorial; tampoco verá un compendio parecido al de los 40 Barcos de Guerra (ufff, que Estephani Granda me solicitó leer, y que yo, con voluntad sometida, lector cómplice mío, lo hice). Nada de eso verá aquí. 
 
Lo que sí le ofreceré a usted mi distinguido degustador, es una exquisita lista de diez proyectos que vale la pena existan. Y que afortunadamente han recibido el apoyo suficiente tanto del gobierno como de algunos particulares para crecer y volverse ejes fundamentales de nuestra literatura nacional. Evidente es la falta de gusto, gracia y apreciación estética de la mayoría de las editoriales (o que dicen serlo) en el terreno mexicano. Por otra parte pocos son los poetas que merecen ser publicados, bien lo han dicho y lo afirman al publicar a selectísimo grupo de poetas, las editoriales que enumeraré. 
Comienzo la antología con el número 10 de este top editorial, donde el primer lugar será remunerado con un Óscar simbólico, que yo denominaré el “Facsímil de oro”, y que por supuesto no tendrá un gran dote monetario, pero sí mi reconocimiento, y el de mis lectores por delante. 
(10) Y en el número diez de esta Antología Arbitraría Mexicana de las Mejores Editoriales, tenemos a Editorial Resistencia, que ostenta entre sus curiosidades uno de los éxitos más notables en las Librerías: la Agenda y Calendario de la Luna, lo cual ha distinguido al sello con un estilo de colores intensos y mexicanos, al igual que sus colecciones, por veces aventuradas, pues trabaja desde el cómic (novela gráfica), principalmente apoyada en el trabajo sustentable de BEF, Bernardo Fernández, que ahora también es apoyado, victoriosamente, por otras editoriales que buscan figuras para levantar su prestigio. Cabe mencionar que Resistencia apostó previo al encumbramiento de este autor. También ha editado tres tomos de Hasta agotar la existencia, donde el desnivel es notable, pero el compendio es muy valioso, aparte de estar incluida en la antes mencionada 40 Barcos de Guerra
(9) En noveno sitio tenemos a los veteranos de Ediciones del Ermitaño, que con Solar han logrado durante ya treinta años sustentarse con base en los contratos comerciales con universidades y empresas privadas, así como con algunas instancias gubernamentales. Uno puede esperar más títulos y más autores de una empresa como esta, pero me parece cuidan su calidad ante todo sin arriesgar innecesariamente su prestigio en autores nuevos, y así se basan en generaciones de legitimación ya consumada, como es Gustavo Sainz o Saúl Ibargoyen, por no mencionar a autores de comprobada trayectoria como Juan Domingo Argüelles, Hugo Gutiérrez Vega, Aurelio Asiain, Elsa Cross, Ignacio Solares, entre otros del mismo nivel. Sus ediciones son de una realización cuidadosa, clásica y con una tipografía creada ex profeso para el sello. El inconveniente es que resulta demasiado monótona su estantería, aunque en dados casos puede ser un mérito para la lectura desprejuiciada. En pocas palabras, despoja al libro del artificio editorial. 
(8) Ediciones de El Tucán de Virginia se ha distinguido por traernos traducciones de libros que de otro modo no hubiésemos tenido en las manos, como Mario Luzi, Rilke, Elytis, Ted Hughes, Pierre Reverdy, o una edición especial de The Raven, de Edgar Allan Poe, presentada por Salvador Elizondo, y por ese simple hecho vale la pena tener presente este sello. Y aunque las ediciones se mantienen en el formato rústico, es siempre bajo el concepto del amante del libro, del bibliófilo que gusta de abrir el pliego. Dentro de sus autores editados encontraremos grandes nombres, aliados de la literatura universal, como Germán Liz Arzubide, Gabriel Zaid, Ramón Xirau, Tomás Segovia, Manuel Ulacia, Jennifer Clement, entre otros tantos. 
(7) En el peldaño número siete, tenemos, y con méritos propios, a la Editorial Trilce, que continuamente nos presenta en la mayoría de su catálogo coediciones, para mostrar al público una diversidad amplia de títulos y temas, con un estilo móvil, realizado para el aparador; en principio libros de arte de formato amplio; aunque tiene sus colecciones especiales donde podemos encontrar autores del catálogo nacional, como José Luis Rivas, o el becario Luigi Amara; Julio Trujillo, Pedro Serrano, Tedi López Mills, Ricardo Yáñez, José Kozer, entre otros prestigiados autores. De tal modo que nos entrega un catálogo de una calidad asegurada, sin lugar para el riesgo de encontrarnos escrituras de principiantes, como sucede en editoriales de limitada proyección estética y poética. 
(6) El lugar seis de esta breve antología es para Ediciones del Equilibrista, que en definitiva dejan siempre un sabor agradecible de boca cuando uno encuentra un libro de esta editorial de elegante hechura. Siempre bien armados, justos, son libros que de antemano uno sabe debería tener la colección entera, pues no sólo publica al catálogo general de autores prestigiados a nivel nacional, sino que tiene siempre una fina selección de escritores, que presenta en hermosas ediciones, que dan ganas de guardar y no abrir, por lo cual uno se reserva para leer estos libros siempre con una copita de cognac y un buen puro. O en su defecto con un café de buena textura y unas galletas Mc Ma.
(5) Ediciones Arlequín. Esta editorial es siamesa, o nació bajo el signo de Géminis, pues tiene doble cara, aunque a la que yo reconozco y premio es a la radicada en Guadalajara, y no a la chilanga, que también ha editado cosas importantes como la antología Eco de voces, poesía de la generación de los 60. Es una Editorial, que al igual que las anteriores funciona principalmente por coedición con universidades e Instituciones gubernamentales de cultura. A su decir publican “lo mejor de la literatura de nuestra región. En nuestro catálogo hay escritores catalanes, coreanos, eslovenos, cubanos, peruanos, todos reconocidos”. Entre sus autores pocas veces uno topará algún nombre raro, y eso nos da la certeza de llevar un buen libro que puede ser desde Ricardo Yáñez, Luigi Amara, Ángel Ortuño, Carmen Villoro, o de los narradores Gerardo de la Torre o Alberto Chimal.

(4) Estamos por entrar en los tres escaques finales. Pero antes, la mención honorífica, que será para la acrecentada Ediciones Sin Nombre. Debemos a ellos la colección La Centena, junto con Verdehalago, a través del programa de fomento a proyectos y coinversiones culturales de Conaculta, que ha traído de vuelta al ruedo a una parvada de poetas, que vale la pena sopesar, y disfrutar de primera instancia su lectura. Su catálogo es amplísimo, y es casi a la par del de Conaculta, en donde se barajea lo que suena hoy, y con lo que uno puede saber con claridad qué es y qué no es lo que entra en el arca de Noé de la poesía mexicana. Encontraremos nombres como el de José María Espinasa, Esther Seligson, Rogelio Villareal, y casi todos los antes mencionados.

(3) El tercer lugar es para: La Cabra Ediciones, que se conforma en agosto de 2008, “como resultado de la larga y fructífera experiencia en el proyecto Alforja (1996-2007)”. Sus colecciones son Azor, El Desfiladero, Ensayo, Arte, Narrativa. Y se avoca a promover la literatura y poesía universal, particularmente la hispana. Sus autores, de igual modo que todas la encomiables editoriales que enumero, sólo son de comprobada trayectoria, y de valor para todo el mundo. Entre ellos veremos becarios, funcionarios y ex funcionarios públicos de las letras mexicanas, que han ejercido su obra de una manera constante en diversas editoriales tanto gubernamentales como de prestigio internacional, y entre ellos tenemos a: Eduardo Lagagne, Miguel Ángel Flores, José Ángel Leyva, Eduardo Lizalde, y una larga lista de poetas extranjeros, algunos radicados en México. A parte edita la revista La Otra, que recuerda un tanto aquella revista que salió durante un par de números, y de corte similar: VozOtra.

(2) El segundo peldaño es para Taller Ditoria, que ostenta ediciones no sólo de precios para coleccionistas, sino que cumple cabalmente la exquisitez de su trabajo y de sus autores, limitada a eminencias de todos los tiempos, con el lema de “la obra que fabrican las propias manos”. Aquí nos toparemos con escritores avalados por revistas como Vuelta, Letras Libres, y otras de alta alcurnia nacional. Entre ellos, Josué Ramírez, Eduardo Vázquez Martín, Eduardo Milán, Gerardo Deniz, Fabio Morábito, Adolfo Castañón, José Luis Rivas, varios de ellos Premio Aguascalientes, por lo cual no hay duda del alto nivel de su obra. Fuera de eso puede usted adquirir, con algún ahorro, por ejemplo Un tiro de dados, de Mallarmé, en una edición deliciosa, en cerca de mil pesos. Lo vale. Habrá que llegarle al precio.

(1) Y el primerísimo lugar es para la editorial protagonista de la II Feria del Libro Independiente en el FCE, a la cual yo le doy el reconocimiento del “Facsímil de oro” por su trayectoria, su calidad y constancia, y por el crecimiento sustentable en su catálogo, tanto poético como literario. Además de tener olfato para encaminarse con los autores que suenan en el ahora de la literatura, tanto nacional como internacional. Autores como Raúl Zurita, Aguilar Camín, Juan Domingo Argüelles, Antonio Alatorre, Daniel Sada, Javier Sicilia, Enrique Serna, Víctor Sosa, Gabriel Zaid, Armando Alanís, Coral Bracho, Antonio Cisneros, Arturo Córdova Just, Ernesto Lumbreras, etc. Todos los antes mencionados en las editoriales antologadas y más, agregando autores internacionales trascendentes. Esta sin duda es la mejor.
Así concluye, asistente exclusivo a esta premiación, el top ten de los editores independientes más relevantes y exitosos del México contemporáneo. Espero haya disfrutando su estancia en este Museo Vivo, como diría el erudito Elizondo, y que haya quedado complacido con las noticias nuevas del imperio editorial, que bien le servirán si no las conocía como una guía para sus futuras lecturas, y por supuesto compras. Siempre estoy para mostrarle lo que vale la pena. Y si no tiene dinero para completar su colección bibliófila, o por lo menos comprarse la versión de bolsillo de La Centena, pues no se angustie, aquí yo le presto algunos de los títulos de estas hermosas colecciones.

Después de todo para qué es el Balcón, sino para convertirlo en una sala de lectura: no en la Condesa, pero sí en El Escandón, y que tal vez no lleva un nombre distinguido como el de Xavier Villaurrutia, pero que podemos ponerle uno que le guste a usted y a mí, ¿qué le parece?, usted nomás escríbame. roberto.absenti@gmail.com. Nos leemos pronto.



Los poetas de la pose, las divas y los borrachos que se ponen valientes





Dicen que cuando aparentas algo es porque eres todo lo contrario, estimado lector. Últimamente me he topado con más de un metrosexual que gusta de exponer incluso el físico para que la gente lo vea. A poco no le viene a la mente la frase clásica de los padres cuando uno de sus hijos hace alguna graciosada de mal gusto, y luego dice a manera de excusa ante las visitas, “lo que pasa es que quiere llamar la atención”. Por supuesto, esto no es lo malo, mi querido cuestionante, sino que “llamar la atención, sólo por llamarla”, suele terminar igual que la vieja fábula de Pedro y el Lobo, donde al final, irremediablemente, Pedro es devorado por el canino hambriento, cosa que no es sino el merecido para el que miente o que de plano nada tiene que hacer más que quemar algo, lo que sea, igual que Eróstrato, y así, intentar robarle, un parpadeo por lo menos, a las estrellas.

Estos personajes (que seguro usted ha visto) caminan con la sensación natural de ser Jim Morrison, o Madona, o una especie de rockstar, que a modo de Jesucristo Superestrella, toca a los despistados que le rodean para llenarlos con su “gracia”. Son divas, o al menos ellos y ellas están convencidos de ello. Algunos actúan como les dijeron lo hicieran las canciones de su época, aunque sean de segunda vuelta, como es el caso de la veterana Blanca Estela Roth, que no toca el suelo cuando camina, sino que flota, imaginándose, yo creo, ser Angélica María cuando César Costa le cantaba un rocanrolito aburrido en la oreja. Es una “rebelde” sin causa. Bueno, sí tiene una causa: hacerse conocer a como dé lugar. “Mírenme aquí estoy”, parece decir cuando toma el micrófono y no para de hablar, hablar y hablar. Bla bla bla, diría su equiparable amigo Tonatihu Mercado.

También seguro se ha topado con los que se vuelven “locas” porque las palmas los aclamen. Se ponen una estola roja, y con su enorme cuerpo dan un show entero de cabaret; sí, estoy hablando de Rojo Córdoba, que al principio disimulaba y parecía su arrogancia era sólo una pose performática, pero que con los años ha ido demostrando que es más bien una pose patológica, y que cabe mencionar va en detrimento de su trabajo artístico. Si tuviera dinero esta diva, seguro andaría ya en uno de esos coches hip hoperos rodeado de puras nenas y nenes que lo hicieran sentir un rey, oh sí, el rey del slam y el soul.

Cuántas cosas se ven en estos tiempos; incluso están esos poetas jóvenes que por no tener nada que decir, sólo quieren destruir lo que se les ponga enfrente. Dicen ser terroristas, pero sobreviven de la mesada familiar (o estatal, ¿o no Yaxkin?). Si quisieran hacer terrorismo real, pues deberían ir a los pinos y mentarle la madre (o sea leerle poemas) a los soldados que cuidan al espurio, ¡qué no?, yo digo, para que valga la pena su actitud retadora, que sólo ejercen contra otros poetas que la neta les va o les viene si estos chavos se desnudan o hunden la cabeza en el escusado. La bronca es que es como una especie de virus, y una vez que uno se quita la camisa, el “sólo para mujeres” ya empezó, pero de una manera tan mediocre, que las chavas mejor se van, porque estos mozuelos parecen más una amenaza que portavoz de alguna novedad o apuesta.

O sea, en pocas palabras, si hacer terrorismo poético es morder un libro como a un hueso, quitarse la camisa y subirse a una mesa, como recién lo hizo Eduardo Ribé en una de sus presentaciones, o como comúnmente lo hacen los chavitos “nice” de la poesía como Melchy, Ibarra y sus achichintles más mocos, si eso es hacer terrorismo, pues estos burguesitos vaya que están haciéndolo. Eso es pose y no chinganderas, a güevo!, que para eso es la parafernalia, para evitar meterse en broncas, y que todo quede en un mal striptease, que sólo dará placer al ego inflamado de estos desvalidos chamacos.

Pero no sólo es una cuestión de chavos. También están los adultos, que sin importar edad, estatus o nivel escolar o social, se avientan al ruedo de las desconsideraciones, y con una botella en mano confunden la revolución de la “libertad” con la “libertad” de orinarse sobre los otros sin que nadie les diga nada sólo porque ellos son “los poetas”. Ay cabrón, pues faltaba menos, verdad! Si ser poeta te garantiza puedes hacer todos los desperfectos que quieras, pues ya la hiciste, ¡con razón hay tanto bruto intentando ser poeta!, se dijeron: “aquí está el paraíso que yo andaba buscando”.

Y esto viene al caso del chisme, que ya no se sabe quién fue quién, pero el chiste es que entre Carlos Martínez Rentería y Eusebio Ruvalcaba se andan peleando el crédito del que agarró a patadas algún stand de la Feria de Minería pasada, después del homenaje rendido a Ruvalcaba, al cual por cierto ni llegó el Fadanelli. Total que sacaron, a algunos de esos dos, aunque los amigos de Carlos Martínez, o sea los editores de Almadía, para levantar su prestigio de que también son “independientes” (o sea re-malos y borrachos), pusieron en unas hojas que andan regalando en el FCE, en donde el mismo Rentería asegura que fue a él al que “tuvieron que acompañar los guardias a la calle”. Eso sólo deja algo en claro, que el alcohol no diluye lo animal, lo espesa. Y eso es evidente cuando alguien después de tantos años de ser un alcohólico y drogadicto demuestra que lo único que ha logrado aprender es escribir mediocremente en estado etílico para mantener el ingreso que le permitirá seguir comprando lo necesario para saciar su maldito vicio.

Y conste que no voy contra los borrachos, sino contra los que lo toman de pose y ya con eso sienten que son Kerouac, o Mario Santiago Papasquiaro, y sino pregúntele a José Francisco Zapata.

¿Usted cómo la ve, mi etílico acompañante, nos echamos otro trago… a ver si se nos quita un poquito lo atarantados?, o mejor nos inventamos otra pose menos choteada, y que no nos haga parecer strippers escuálidos, divas trasnochadas o payasos de semáforo. Yo no sé usted, pero yo mejor me quedó aquí en el balcón para aplaudir cuando los metrosexuales acaben su show, que para eso se esfuerzan tanto estos maestros de la borrachera y el confort, de la guasa. Yo sé que no es fácil hacer bromas a costa de uno, y menos a costa de la poesía, y por eso es que me asombran. Entre tanto, hasta la próxima, invaluable crítico, y no tema si quiere lanzar un jitomate, que nomás para eso los inventaron. Además aquí yo tengo muchos, usted, nomás pida.


Al acecho de un verso para salvar el día (crítica constructiva sobre cinco antologías actuales)


A mí me gusta la poesía, apreciables lectores, digan lo que digan, y piensen lo que piensen. Y es difícil encontrarla, bien se sabe. Pero siempre brota ante uno en el momento preciso, y eso es parte de su belleza, ¿a poco no? Es la poesía la que nos obsequia una reconfortante sensación, cuando de pronto se creía que todo estaba perdido, y uno estaba a punto de cerrar el libro; y ahí, de pronto, después de un descolorido paseo por las páginas del ejemplar, aparece, igual a un sentimiento, a un impulso: un verso, uno, como bien dice el dicho: uno solo y suficiente para que un poeta sea recordado.

Esta crítica se la dedico a todos ustedes, lectores, que a veces piensan soy un neurótico que sólo ve las cosas de dos formas: malas y peores. Por eso, esta ocasión haré el ejercicio de apreciar los aciertos y las cosas buenas que aparecen en cualquier publicación, dando espacio a cinco antologías que forman parte de mis lecturas actuales. Como ustedes saben, en las antologías se busca que esté lo más representativo, por no decir “lo mejor” de la poesía, ya sea mexicana o mundial. Pero normalmente, aunque no lo digamos, nos llevamos, nosotros los lectores, una gran desilusión, en el mejor de los casos, pues en otras ocasiones sólo nos dan un tremendo aburrimiento. Soltamos el libro y el único verso prosaico que nos viene a la mente es “qué güeva”. Y se terminó la disertación literaria. Y así sucedió también cuando estuve a punto de cerrar los libros de los cuales ahora hablaré; pero preferí el acto poético, y tomando por consejo la frase que dice “con un verso que se salve”… no sólo salí en busca de ese verso, quise ser un poco más audaz, y benévolo, así que busque también, al poeta, al único, por el cual cada una de estas antologías podría valer la pena. Por ello, esta ocasión compartiré, benignos acompañantes, con ustedes, mi gusto por los poetas, que sin ser mesiánicos, salvaron la honra de estas antologías, editadas recientemente.

Comienzo mi recorrido crítico con Los Muertos (Mantarraya Ediciones, Hostería La Bota, 2011), un libro que me topé en una cantina, especie de taberna en el centro de la Ciudad de México; donde de la pared cuelgan cabezas de toros, versos de algunos poetas renombrados o místicos; un lugar tipo kitch, y donde este libro parece haber sido resultado de poetas que se reúnen ahí a tomar sus chelas. Dentro del compendio gráfico, narrativo, a manera de curaduría en un rastro, el nivel es bastante desigual, pues de pronto hay abismos estilísticos que nos llevan de tope con el fondo del bote de basura; pero por hoy seré constructivo, recuerden: el libro me ofreció un poeta, que a mi parecer es lo que hace este libro valga algo, más allá del neo-nacionalismo que ofrece, o la retórica de una muerte confortable, casi escrita desde el sofá en un balcón del Coliseo Romano. El verso es: “unos dibujos no quieren decir nada”, y lo escribe Mauricio Marcín Álvarez. En ese pequeño poema cabe toda la moraleja del libro. Me pareció bastante inteligente.

La segunda compilación que encontré en un puesto de libros en la calle, en “el palacio del suelo”, fue un Tributo a Sabines (Editorial Fridaura, Los Ablucionistas, Morvoz, 2010) la cual en primera instancia me recordó el tipo de tributo que hacen los rockeros, o ahora también las bandas norteñas, a Chepe Chepe, Juanga, o figuras populares del mismo forje. Es una antología de poemas dedicados, o pensados en torno a Jaime Sabines. El descenso es extraño, porque (como bien comenta el prologador Fernando Reyes: ¿qué podrían hacer unos simples mortales ante un poeta como Sabines?) los textos son un tanto melodramáticos en general, creo que Sabines hubiera disfrutado mucho este libro, se hubiera reído mucho. El autor que saca la casta por él, es Mijail Lamas, con sus poemas un tanto neardentales, pero de buena elaboración, aunque entre nos, no me gustaría estar en la piel de la chica a la que se los escribe.

Otro libro, que me regalaron porque no les gustó, ya que les parecía sucio y desagradable, incluso de mal gusto, me dijeron, es la antología denominada Allí donde suenan las trompetas (Verso Destierro, Casas del Poeta, Taller Charles Bukowski, 2010), y donde los poetas se reúnen a partir de poemas largos, algunos de núbil amor y otros de sexo despavorido y encuentros en hoteles, quizá mirados incluso por alguna cámara escondida, como acostumbran en esas películas de “Los hoteles de Tlalpan”. Violencia e insatisfacción se encuentran en estos poemas conurbados, y de los cuales por su radical lenguaje (y me refiero a lo coloquial que no a lo literario), y alejándose de la “cachondería garañona”, Roberto Romero Aguilar, se me hace el poeta que rescata a estos bardos de caer directo en el pozo del olvido, con “Pasa la mona bato”, donde se nota su afán por pasar de largo en la lista de grandes poetas. Sin embargo fue el único que me sacó una sonrisa franca.

Una antología que de plano sí se me hizo “compleja” es Enclave (poesía en diálogo), donde los poetas son una especie de entes autistas, que viajan (al menos así los imagino), en un auto, un avión, un ipod o un microondas, encerrados en su lenguaje, básico para no parecer pretenciosos, y austero para que se note su intensión de querer llegar a la gente que puede decirse son los lectores, como ustedes o yo, queridos acompañantes de este magical mistery tour. Y la verdad sí me costó trabajo decidirme por qué verso, o poeta podría hacer que este libro no mereciera irse al triturador de la oficina: el verso es del chileno Yanko González, y es este: “hay muchas maneras de hacer infelices a los hombres, una de ellas es visitándolos”. Y vaya que el poema cumple su poética. Completamente acertado, pues los poetas chilenos que visitan México, siempre quieren prolongar su estadía. Y aquí siempre son bienvenidos.

Para cerrar mi alegre encuentro con versos felices, conspicuos lectores, he tomado el ejemplar número 159 de Punto de Partida, UNAM, 2010 (que me robé discretamente de la mesa de un amigo cuando fui a su casa de visita) que lleva por título El alud púrpura: rondas de poesía en la UNAM, y que corresponde a una memoria de un encuentro organizado por jóvenes creadores principalmente becarios de la Fundación para las Letras Mexicanas y de otras instituciones de beneficencia, donde mayoritariamente con un discurso cuidadoso y un tanto frío, empezado por los maestros que abren el número, se mantienen con las manos limpias; pero no estoy aquí para anotar lo que preferiría “pasar sin ver”, sino para decir que vale la pena leerla, porque no quiero que piensen que no gusto de todo tipo de poesía. Así que meteré la mano al fondo de esta pecera de poemas y tomaré uno, y sea cual sea estoy seguro garantizará al lector la gracia de la poesía, y si no, por lo menos la gracia de la crítica. Aahhh, pero quedamos que no podía hacer eso; me he comprometido esta ocasión con ustedes a ver el verso bueno, el trascendente; encontrar al poeta que salve el número especial de “punto de partida”, el que logre decir, esto es poesía, a güevo. Y esta poeta es: Paula Abramo, cuando escribe: “sacar, sacarte todos esos algodones, dejar que entren el polvo, las palomas, el salitre”. ¿A poco no está chingón? Por este verso, valió la pena chutarme esta tediosa antología, donde lo más poético eran las ilustraciones. Pero en verdad, me gustó esta poeta. Saludos si me estás leyendo, Paula.
Para terminar, agradezco la ayuda de ustedes, apreciables y pacientes acompañantes, porque de otro modo la neurosis con la cual sobrevivo todos los días no hubiera empezado a menguar, y en algún momento correría el riesgo de quedarme solo, aislado, en una silla de ruedas probablemente, en este balcón, desde el cual puedo ver la ciudad entera, y donde de seguir neurotizándome, ya nadie querría verme, siendo ya un amargo y hastiado lector que no sabe ver la belleza.

roberto.absenti@gmail.com