lunes, 19 de mayo de 2014

Luis Felipe Fraude y otros teletubbies

Por Roberto Absenti


En este año, he visto cosas que nadie se imaginaría. A un cerdo volar en pedazos y a un político leer. Y he de decirle eufemístico lector, que últimamente me zumban demasiado los oídos. Ya son trece meses y veinte cuatro días de ver a la gente arremolinarse en el jardín de mi apacible casa para que les firme sus apestosas camisetas, libros malos que yo no escribí (el otro día hasta uno del Fadanelli trajeron) e incluso la petición de algunos locutores faranduleros de que les grafitee mi autógrafo con aerosol en sus coches.

Tanto revuelo me ha hecho reflexionar sobre lo importante que soy para usted y otros tantos que me buscan, y me he dado cuenta que tal vez se me está subiendo un poco la fama a la cabeza; por lo cual he tomado la decisión de revelar ciertos misterios que tengo por seguro a usted ni siquiera se le habían ocurrido, como un acto de humildad, compartir con todos ustedes, mi táctica y estrategia para que de ser unos simples escritorzuelos, se vuelvan (un poquito más parecidos a mí) unos chingones.

Hablando de escritorzuelos… un amigo mío, ex presidiario, que vive a la vuelta de mi chanté de Coyoacán, me dijo una neta que me resultó escandalizante, sobre todo por la certeza con que me lo dijo, el también achichincle. Según este valedor, la muerte del maise José Emilio Pacheco fue sólo una bomba de humo: una farsa “del sistema” para opacar la muerte del compa Marco Fonz (Jua jua jua). ¿Verdad o mentira? Ese es un misterio que no vale la pena resolver.

Porque, mis sospechosistas lectores, hay cosas más patéticas, y ahí les va una. Cuando el otro día en una revista estaba viendo a una de mis musas (sólo les diré sus iniciales: Rocío Cerón), tuve esta revelación, que llegó como un rayo y me golpeó con una imagen terrorífica: en vez de la portada de esa antología que promovían animosamente, cuyo nombre es “La edad de oro”, vi clarito la foto de un grupo de teletubbies saliendo del closet, y recordé la crítica que hizo el fallecido Fonz a dicho libruzco, al cual yo sé le hubiera quedado mejor el título de “Los poetas en mameluco”, para rematar la fina broma de mi adinerado Luis Felipe Fraude, al poner a una fila de chavitos en pámpers como poetas de calle. Ay, este Felipillo de la poesía es un humorista digno de enfrentarse con su sketch de patetic comedy contra Jorge Ortiz de Pinedo.

Confieso que no fui a la presentación, pero seguro no faltó el teletubbie que se haya quemado, o el que se haya lanzado al público como el Perro Aguayo. Sólo eso nos faltaba, después de Los ángeles azules con sinfónica, los teletubbies en Bellas Artes! ¿Puede haber algo más horrible que eso? Ya quiero ver su cara, apreciable coleóptero, si de pronto su madre se transformara en una fea teletubbie rosa. Grotesca escena, digna de mi compadre David Lynch. Y, despuesito, para terminarla de chingar, Antonio Cienfuegos, entrando por la ventana con un hacha para arrancarle la cabeza a su ex jefazo, Alí Calderón. Ah, seguro el macabro de Fonz se está riendo de cómo el mesoamericano Toñito le esconde el sombrero y el moñoñongo a Mario Bojórquez. Les recomiendo mucho los publi-ensayos de este vendetta, jua jua jua. Toda una telenovela de terror. Serie gore que ni en los mejores tiempos de Televisa, me cae. Por farsante en la poesía, y a parte de malos poetas, también malos actores.

No es de oquis que le diga, culto y frenético lector, que yo sí me merezco la beca Guggenheim, y no estos pazguatos chochos y ñoños a los que se las están dando. Y bueno, aunque el nigromante Lecumberri no quiera el dinero cantante de los ricachones del mundo, yo soy de la misma idea del tal Manhey, y si pagan bien, puedo ser una perra bien puta (suena gacho, pero hago paráfrasis de lo que me ha enseñado mi maestro Saúl Ibargoyen). Les conviene que yo gane las becas, porque yo sí voy a cambiar el sistema desde adentro carnales, no como otros que nomás alcanzan su plaza y se dedican a sobrevivir. Porque dejen les digo, que sobrevivir es vivir a costa de otros, vivir en la casa que construyeron Pedro Infame y López Alarde, una noche de calor intenso, en una borrachera bomba ACME. Pero no nos pongamos caricaturistas. Si yo ganara la beca, me cae que yo sí tiro la casa, como Sansón los pilares que la sostienen desde adentro, yo sería el uno por ciento que Iliana Vargas (viuda de Fonz) defiende ante mi pupilo Lecumberri.

Ahora que me den la beca Rockefeller, por mi ópera magnum, Los extraterrestres no van al cielo, van a ver toda la gama de fechorías bienhechoras que voy a hacer. Voy instaurar el día de mi cumpleaños como el día de la Libertad Multitudinaria, el mismísimo 16 de septiembre, y ese mismo día todos van a poder hacer lo que se les hinche la gana. Haré de este mundo un pinche lugar a toda madre, para que todos vivamos como reyes, a güevo!!! Y como ya lo había dicho antes, voy a instaurar que haya becas para todos. Y una beca especial para cambiar las leyes y reescribir la Constitución. Y una beca para los que dan becas, pensando en mis amigos, como el tabasqueño Audomaro Hidalgo, y ya no tenga que pasar por la pena y el escarnio de quedar en ridículo robándose el premio de poesía a la malagueña.

A Josué Ramírez, le voy a regalar un yate con helipuerto, para que pueda pensar tranquilo en su nueva colección de poemitas a David Huerta. A Bravo Varela, le concederé el campo de golf del Davo Valdez (ni modo mano, se compartido), así como una mesa de caoba, para que me invite como maestro emérito a enseñarles a sus amiguitos teletubbies lo que es la verdadera poesía mexicana del siglo XXI. A mi churriguresco alter ego Juan Cu le voy a pagar un implante de pelo, para que se parezca un poco a mí. Y, como apoyo a los que menos tienen, a las pequeñas editoriales semi-cartoneras (tan moviditas en facebook) les voy a regalar una MacBook bien perrona, para que se vuelvan unos chipocludos de una vez por todas y dejen de usar Corel. Para los parientes pobres de Salinas de Gortari, que le andan haciendo a la poetada, les daré la mitad de la casa de Lina Zerón y a los compañeros de Hostería la Bota, les voy a llenar de dulces el calcetín. Ah, todo lo que no haría si me dieran la beca Rockefeller. A los poetas jodidones los sacaría de la niebla y les compraría cincuenta cartones de chela, aunque no me inviten a sus lecturas. Beban hijos míos, beban.

En esta nueva temporada del Código Absenti, iré develando misterios sin resolver de la poesía nacional, y a todos los papuchos como yo, les enseñaré a que vean en los rucos todas las cosas que no se deben hacer y les daré algunas pistas para que sean creadores cabrones y no pura llamarada de petate. Será poco, les digo de una vez, pero será más de lo que aprenderán en los talleres de Óscar Wong. Y ahora que nos hemos quedado sin maestros, como mi compadrito Pacheco y mi buen Gelman (¡Satanás, te hubieras llevado a mi perra Xolo en vez de a ellos, al cabo ella sólo ladra!), que no gustaban de farolear, como yo tampoco lo hago, en su memoria haré el esfuerzo por educarlos a ustedes, desconocidos pupilos, como ellos hubieran querido. Sólo les pido que si les doy tips, no los vayan a ocupar luego para estarme chingando. Total, para aprender, basta que lean mi columna cada quince días. (No mantengo correspondencia con nadie).

Lo que sí, es que aquí aprenderán a escribir con la neta, y no para ganar premiecitos… para eso está el pastor Balam Rodrigo, que da cursos buenísimos con las técnicas generales para ganar los premios con más billelle de México, y es tan efectivo que ni siquiera tienes que meter tu poemario a participar. Así es, arriesgado lector, para algunos el mundo es color rosa, aunque afuera todo sea de color negro. Por eso, ahora que le he tomando gusto a platicar acaloradamente con mis amigos imaginarios de facebook, le aseguro, que los poetas son personas comunes y corrientes, igualitos a cualquier otro mexicano promedio; inculto, arrogante y creyente. Pero la diferencia es que quieren convencer al mundo de sus “muy propias barrabasadas”; pero ni siquiera con trabajo poético, sino con politiquería de segunda, intercambio de sexo de tercerea y otras prácticas sodomitas, apestosonas. Aquí yo le voy a enseñar como es así, y también desde mi balcón le resolveré, preguntón amigo, algunos misterios que usted solito no han podido resolver. Cupo limitado, porque la verdad no lo hará libre, pero por lo menos le quitará un poco lo pendejo.

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