sábado, 19 de noviembre de 2011

La desgracia de llamarse Hernán el bravo o yo no me llamo Javier

Usted sabe, mi supersticioso lector, lo que dicen muchos, incluidos nuestros padres y abuelos, sobre el destino que nos regalan y nos obligan a cumplir cuando nos dan un nombre, el dichoso nombre que ya desde temprana edad nos hará ganar un apodo, y ya mayorcitos puede ser el culpable de que no agarremos novia, porque, ¿quién quiere andar con un güey que se llame Juan Pérez, Petronio González o José Guadalupe Catarino de Sánchez?

La neta, está de la vil china que te pongan un nombrecito así, y que luego tengas que andar ocultando (de ojos chismosos) la credencial de elector cuando se te llega a caer; es bastante incómodo que cuando se te resbala… en chinga le tengas que poner el zapato encima, valiéndote madre que traigas lodo o que acabes de pisar alguna shit con tal de que ninguno se haga el graciosito a la hora de levantarla riéndose de tu ridículo nombre (no lo digo por mí, afortunadamente tuve unos padres inteligentes que me pusieron un nombre distinguido), lo digo por los que sufren estas vergonzosas secuelas por la negligencia de sus madres tele-noveleras enamoradas de la figura de algún pinche actor carita con el que hubieran “sancheado” a su marido si hubieran tenido la mínima oportunidad.

Hasta crearon recientemente, según me contó un camarada que fue a bautizar a su chamaco, una ley que “recomienda” a los padres no desgraciar a sus crías con el desafortunado nombre de “Juan Diablo”, “Mc Donalds”, “Robin Hot”, “Deep purple”, “Rambo”, “Chuchoneguer”, “Lady Diana”, “Lady Gaga” o “La Gaviotita”. Eso respecto a lo estético, pero si entráramos en profundidad nos daríamos cuenta que podríamos desgraciar a nuestro mijo para toda su vida, marcándolo con un destino atroz, y no es que sea supersticioso, pero pónganse a pensar qué le podría deparar a un individuo que se llama Gelasio Arrona… seguro va a ser un indigente. José Francisco Zapata, chéquenle bien, tiene el nombre de dos ejecutados: Panchito Villa y Emiliano Zapata, ¿cuál será su destino?, seguro será morir en un callejón, emboscado por una mega-peda, o muerto de una bala perdida, huyendo de una cantina cuando estaba buena la trifulca. Si hubieran pensado bien el nombre sus padres, ¡eso no hubiera pasado!

Ponciano Felipe Gutiérrez, este cuate va a acabar de burócrata, o de falsificador en Santo Domingo, seguriiiísimo. José Justo Corro, imagínense… Plutarco Elías Calles, pinches presidentes albureros, Corro, Calles, y eso sí que es malo, ¡acabar de presidente! Piensen en qué daño le hacen a los chavitos. Y esto sucede seguido, eh, échenle un vistazo al mundo de los Poetas y sus nombres. Por ejemplo, Hernán Bravo Varela… qué joda le pusieron al morro. Hernán… a poco no les recuerda a Hernán Cortés, ese jijo de la fregada sí que era bravo. ¿Qué le depara el destino? Una bonita casa, harto varo en el banco, ser un maldito “conquistador”, tener hartos soldados rasos y trabajar para una malinchista institución. Bueno, para muchos esto es glorioso.

Y qué decir de Oscar de Pablo, si sus padres hubieran recordado la historia de Pablo, “el pequeño”, quién sabe si le hubieran obsequiado este destino: “Pablo es la personalidad más influyente en la historia del cristianismo. Desde su conversión en el camino de Damasco su vida estuvo siempre dominada por una ardiente devoción a Cristo, quien se convirtió en el motivo, el objeto y el motor de su predicación, que ha marcado la dirección del cristianismo desde entonces”. ¿Qué se puede esperar de este otro Pablo? Pues que gane el premio Alejandro Galindo, como coautor del guion Soldados de Guadalupe y que saque un libro que se llame Los endemoniados, y por qué no, otro que se autotitule Sonata para manos sucias…

Y hablando de esto, qué se puede pensar de alguien que se apellida Sicilia, no sabemos, en definitiva, tal vez el nombre no hace a la persona, y que lleve el apellido de la madre de la mafia de la historia moderna, no tenga nada que ver, aparte es posible que le ayude a equilibrar este sinuoso apellido, el nombre de Javier. Aunque la canción diga lo contrario.

Pero hay algo peor, apellidarse Echeverría, eso sí que no tiene madre! ¿Ya saben ustedes que el culero de Luis Echeverría era informante de la CIA?, aparte de ser responsable de las matanzas del 68 y del 71, por no decir que en su periodo ejecutó la guerra sucia contra los movimientos de izquierda nacional, dejando una gran saldo de personas torturadas y desaparecidas, etc., etc., etc. Yo sí me cambiaba el apellido, a güevo!!! Paleto estaría sino, ¿verdad, mis maloras lectores?

Y todavía se puede estar peor, cuando tu destino es ser una sombra y el peso del apellido de tu padre es lo único chingón. Por eso yo sigo siendo fiel lector, lo confieso, de Efraín Huerta, y de Becerra, aclaro que no del que se mueve como Emmanuel.

Así es mis precavidos amigos, si le van a poner a su hijo un nombre, sospechen cuál va a ser su destino. Y si le toca la mala fortuna de cargar un apellido irremediable, siempre está la posibilidad de cambiárselo, y si es necesario, cambiar hasta de padre. Aquí un servidor, ya lo saben, está dispuesto a hacerles el paro (sin albur), y prestarles su apellido para su chiquito, y que al menos tengan, sino un futuro brillante, sí por lo menos un apellido bien chido. Lo único malo sería que su chamaco terminara de balcón en un semanario. Arrivederchi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario