sábado, 19 de noviembre de 2011

Soy malo y cada vez más

Definitivamente leer, o leer poesía específicamente, no hace mejores personas. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Juan Domingo, y me parece que eso es lo chingón, ¿no? El mundo está lleno, saturado diría yo, de tanta buena persona. Abunda la gente que quiere ser “bien chida”. Que le mientan la madre en la calle: y baja la cabeza. Que le mean la ropa, y dice: no hay problema. Y para colmo, peor, peor, amigo JuanDo, poetas, sí, poetas que también quieren ser re-buenos con todo el mundo. No quieren dañar a nadie, y por tanto, mucho menos a sus aburridos lectores. A lo mucho les hacen piruetas, le dan pan y circo, la hacen de payasos, pues!, sólo para no verse agresivos. Su forma de mostrar su enojo, regularmente es insultando a su madre, o a su hipotética chava, y diciendo “pedo”, “mierda”, “caca”, “pito”, “verga”, “pucha”, etc. y con estas palabras ya se sienten bien violentos. Pero sólo son malos de closet, personitas que no serían capaces de matar ni a una mosca.

Yo lo leí, bueno, lo escuché, amigo Domingo, en uno de los campeones del Slam Poetry que bajó derrotado del Ring hace un año, y que dijo: “la poesía no muerde, ladra”, y pensé, tiene razón el señor Argüelles, la poesía, la literatura no hace mejores personas. En el mejor de los casos, violenta, convierte a los pasivos en iracundos, en gente desequilibrada con la necesidad de algo más que aire, agua, y carne. Con la terrible en insaciable necesidad de algo más que un país ridículo, y buenas personas tratando de superarse con toda su progenie detrás de ellas. A mí se me hace, enfurecido lector de este miércoles de dos por uno, que usted no me dejara mentir, pero si quiere bienestar, mejor escuche una rolita de Yuri, una buen rock de Enrique Guzmán, y si quiere sufrir bonito, pues ponga Chepe Chepe o Alejandra Guzmán; pero si lo que quiere es cambiar algo, romper la nariz de alguien (así es señor Peña Nieto, varios le cambiarían de lugar la boca a golpes si pudieran) o simplemente mostrar lo encabronado que está porque nada le sale bien, pues entonces uno lee poesía; no para ser mejor persona, nel; sino para roer esta realidad que la neta, sólo es perfecta para dos o tres cabrones que nos miran como si fuéramos un pinche reality show. Así que yo digo que la poesía no ladra, muerde!! , y arranca el cacho. Y si no muerde entonces seguramente es técnica lo que le falta al buen “creador” que ladra esa rolita, dizque poema, que bien puede pasar en Estéreo Joya o en 97.7.

Que el conocimiento hace que los pendejos sean más pendejos!! Es cierto, me parece que sí, oh sí, mi funámbulo de ocasión. Definitivamente el conocimiento así nomás engrandece nuestra brecha de aferramiento a ciertas estupideces. Sirve de argumento, pues!!!, porque también es cierto que uno “lee” lo que quiere, y en lo que se lee siempre está lo que uno andaba buscando, ¿a poco no?, ¡a güevo!

Pero si hoy amaneció con menos ganas de vivir en esta ‘inche realidad, y no porque no quiera vivir, sino porque nomás es esta ‘inche realidad la que no le cuadra!! Y siente unas ganas asquerosas de romperlo todo, de golpear al que le entorpezca el camino, incluyendo esa viejecita que avanza a un metro por hora (no creo que sean esas las nobles intensiones de una buena persona) si es así, lo que usted siente, entonces es apto para leer poesía. Si de pronto ve que lo que aparece en la tele no checa, nomás no encaja con lo que usted vive, y ya está cansado de simular que su vida es una telenovela, o fatigado de que no se parezcan sus fiestas a un capítulo de Friends, o la Teoría del Big Bang, y quiere más bien salir y ponerse hasta la madre y no saber nada de su casa durante unos días! Entonces usted es apto para leer. Y si no sabe leer, pues que alguien le recomiende que escuche poesía, no le ayuden, húndanlo en un hoyo, en un verso, por piedad!! De por si no iba a ser mejor persona.

A mí se me hace que usted, Domingo Argüelles, se refiere a que el mundo es el mismo sin libros o con libros, porque está pensando en los libros de la SEP, ¿no?, los best sellers de varios malos autores que saturan las librerías con propaganda tecnológica e ideológica, o también varios poetas con demasiadas buenas intensiones bajo la manga, que quieren hacer que todo el mundo se vuelva un ente intachable, cooperador cívico y que “adopte una coladera”, que llene bien los formularios, que obedezca todas las leyes, que no se la arme de tos al poli, que acepte la burla del salario mínimo, que grite pero que no haga nada. Que ladre, pero que no muerda! Mejor que blasfeme en el baño, en la regadera, pero nunca en la sala enfrente de los niños. Que bese a su mujer en lo oscuro, pero nunca a la luz del día, de eso habla usted, ¿no?, de los libros que nos hacen mejores personas!

No sé qué piense, pero a mí sí me dan ganas de leer más, y no ser mejor persona, sino volverme más malo, más jijo. Yo me siento con ganas de saludarle a usted, que me acompaña, usuario del metro o del internet; tengo ganas incluso de darle un abrazo, de honestamente invitarlo a que se vuelva peor persona de lo que ya es, y lea; incitarlo a que no sea bueno, y que deje de andar sedita y se ponga a leer poesía. Y si le aburre la poesía, seguramente no le hace falta: una de dos: o está con la furia a flor de piel, o es usted demasiado bueno como para pervertirse con un libro.

Hoy amanecí más malo que de costumbre (ni ojete ni culero), y por eso me tomo la molestia de molestarlo, a usted que no necesita a nadie ni de nada. Sí, sólo vine a trabajar hoy para colmarle el plato, e invitarlo a que peque, a que rompa algo, aunque sea una cosa por día, disimuladamente, a que discrimine (a sus lecturas y a sus amigos), y verá cómo se siente, verá cómo de pronto nos hallaremos a gusto, aquí en el balcón echando un trago, y viendo cómo el mundo es cada vez mejor, y nosotros, cada vez peores personas. Qué buen viaje, ¿no cree? Es más, hasta vamos leer un poco de poesía… a ver qué pasa.

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