martes, 16 de agosto de 2011

La noche de los Replicantes

 
(o cómo militar para ser Octavio Paz)

Usted lo sabe, visitante lector, si esos pendejos pueden, ¿por qué yo no?, si yo soy más chingón… A esto me refiero cuando hablo de replicantes: de la réplica cuando ya no hay nada nuevo bajo el sol, ya lo he dicho. Pregúntese usted: si aspirara a ser poeta, pero un poeta que va a pasar a la historia, ¿cómo le haría? Yo le aseguro que sólo hay tres formas de hacerlo. Dos son certeras, y una es fallida. Esta es mi teoría y se la voy a expresar porque sé que le interesa este secretito para lograr destacar en las letras, escribiendo buena poesía o no, da igual. Porque a estas fechas, tener el talento poético ya no es un requisito, sólo importa ser un pulcro versificador para llenar un formato más… un oficio más en el archivero burocrático de la “futura historia” de la poesía.

Usted ya sabe que la piratería no es exclusiva de las marcas de ropa, discos compactos, y las copias de videojuegos, también se da en el campo literario. Usted se preguntara cómo es esto; es muy simple, esto se da en cuanto el aspirante a poeta “clona” a poetas históricos, copiando su modo de vestir, su modo escribir, su forma de pensar, e inclusive sigue paso a paso los métodos con los cuales él llegó a la cumbre.

A esto me refiero cuando digo replicante. Ahí les va. Les daré el primer método que seguro los llevará al éxito en esta carrera “disque” por la poesía. Tome nota: el más cínico y práctico de los métodos es este: láncese a un puesto político, milite en algún partido como el “poeta” del grupo. A cualquiera de los que ahorita están de moda puede ingresar. Un poco de grilla, disponibilidad para venderse al mejor postor, mandarle cartas zalameras a los importantes en el poder, y ya obteniendo su huesito, hay que ir por el huesote, alcanzando un buen cargo público que le permita hacer de las suyas. Me refiero a publicar sus libros, etc., etc., ejemplos hay varios, y con lo siguiente comprobaré mi teoría, y usted verá que tengo razón:

¿Usted recuerda a Amado Nervo? Él fue periodista en su juventud, fue profesor en la escuela nacional preparatoria y poco después (quién sabe cómo), representante de México en Italia, España, Argentina y Uruguay. Otro es Luis G. Urbina, que seguro conoce usted, mi culto lector: él fue secretario particular de Justo Sierra en la Secretaría de Instrucción Pública. Y no me dejará mentir, mi docto lector, sobre José Juan Tablada, adversario de la Revolución y simpatizante de la dictadura de Victoriano Huerta, en 1918 aceptó la embajada de México en Venezuela bajo el gobierno de Venustiano Carranza, dejó el servicio al ser asesinado éste, y elogió sin medida a Porfirio Díaz (claro, como también elogió a Huerta y a Carranza), era un tipo bien inteligente. El talentosísimo poeta José Gorostiza fue canciller en Londres, Ministro Plenipotenciario, Director de Asuntos Políticos, Subsecretario de Relaciones, Presidente Nacional de Energía Nuclear, esto es importante, que seguro usted lo sabe, mi romántico lector. Carlos Pellicer, para que usted tenga un ejemplo, fue secretario privado de José Vasconcelos en Educación Pública, y ni cómo olvidar a nuestro queridísimo y homenajeado López Velarde, Secretario de Instrucción Pública en el gobierno de la Convención de Aguascalientes, presidido por Roque González Garza; o el mismísimo Jaime Sabines, que fue varias veces diputado por el PRI, u Octavio Paz, que ya es redundante hablar sobre sus pasos. Hasta el mismo Manuel Maples Arce, fundador del estridentismo, como usted sabe; ni tan sufrido, el “pobrecito” fue diputado local en su estado, fue diplomático en diversos países; o sea que muy, muy excluido, tampoco estuvo. Ejemplos de estos hay muchos en “nuestra poesía”, mi interesado lector, que como ve usted, este camino es uno de los más efectivos para hacerse gran poeta.

Algunos de mis amigos escritores (estoy sonriendo) ya andan volanteando con publicidades del PRD, PRI, PAN, y hasta del partido ecologista para lograr que algún día los niños de México lean su poesía en los libros escolares.

El segundo método, mucho más difícil que el anterior (de camino más pedregoso) es que en realidad usted piense: y sea creador de una buena propuesta poética aquí en México, sin que tenga que copiársela a ningún continente o país vecino. Que usted sea lo suficientemente inteligente para investigar la historia en su país, elucubrar y crear un trabajo poético que pueda “competir” con la calidad de poesía original de otros países. Naturalmente, sé que usted no tiene ni tiempo ni vida para hacer esto, mi estimado. Además, da mucha güeva. Así que aunque sea un buen método, no se lo recomiendo, ya ni tiempo nos va dar de chupar y convencer a las muchachas de que hagan body paint en nuestras lecturas. Así que usted no leyó esto. Váyase por la primera opción.

Y la última, la tercera, la fallida, es la que usted nunca debe hacer (y ojalá no la haya hecho ya), y ésta es: andar de replicante, o de copión como les decían en la primaria. Y me refiero a no copiar a los que son más brutos que usted, recuerde esta frase dicha con anterioridad: “si esos pendejos pueden, ¿por qué yo no?, si yo soy más chingón”. Por ningún motivo le crea a esa vocecita en su cerebro, que le dicta lo haga. ¿Y por qué no hacerle caso? Muy simple, mi tarugo lector, ¿por qué copiarle a los pendejos, si usted es más listo?, a güevo!!!, ¿no?, no porque algunos “pendejos” hagan ciclos de lecturas de poesía las va hacer usted, no porque algunos “pendejos” hagan torneos de poesía, tiene que hacerlos usted. No porque otros “pendejos” hagan una antología la tiene que hacer usted. Recuerde, usted haga algo diferente. Usted, no es un pendejo.

Así que ya sabe, mi estimado y creativo lector, si quiere hacerla… no piense, hágase diputado y súbase al balcón, y no se junte con los pendejos, que lo pendejo, se pega.

roberto.absenti@gmail.com


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