martes, 16 de agosto de 2011

Revolución poética para “el Nuevo Mundo”

(si Benito Juárez quisiera ser poeta… lo seguiría por tierra y por mar)

Es interesante como suelen perseguir en diferentes épocas, forajido que hoy me acompañas, a los disidentes de un imperio religioso, aunque tenga estructuras políticas y sociales que bien parecen funcionar, pero que tienen el mal hábito de construir la realidad, como a ellos se les antoja, esto, desde el único sitio donde puede ser posible: el lenguaje.


Así es, mi conspirador escucha, lo han hecho por siglos y siglos: los egipcios, los griegos, los romanos, desde hace ya un buen rato (y con el buen tratamiento de una lengua muerta por bastión), los cristianos. Antes perseguían a sus “enemigos” con todo tipo de armas, pero ahora, lo hacen más simple y más práctico, como resultado de un largo curso propedéutico (de la conquista para acá): basta decir “a-diós” para enfilarte al Monte de Piedad de los espíritus, donde te darán 58 pesos por esa cosa que ellos mismos llamaron “alma”, pero que no es otra cosa que tu pensamiento: eso sí, medio enajenado y adormecido por un golpe de agua que te dieron al nacer.

Ay, querido cómplice de muerte y vida, cuántas veces no te has cansado ya de desilusionarte, de estar esperando. “Esperanza”, le llaman aquí a ese lugar frío en el fondo de tus ojos, y que cada vez que te rompen la cabezota con la traición, te alimentan no el odio, sino la tristeza infinita que sientes al dar vueltas en una licuadora que busca meternos a todos en el mismo pulque de excremento sacarino.


Evidente es que en la poesía no puede ser diferente (al menos no por ahora), pues para ellos la palabra es el origen mismo de lo sagrado, de lo intocable, y por consiguiente de la tradición. Les cuento esto, a colación de que me topé con el programa de un “encuentro nacional de poesía”, Jornadas Lopezvelardeanas, que incluye dentro de sus actividades y lecturas, una misa. Así como lo escucha, mi incrédulo camarada.


Lo he visto en las primarias, y en preescolar, donde todos los niños son arriados a la misa, sean o no católicos; se reúnen las maestras, las mamás para organizar la dichosa misa, y los que no asisten son una especie de “malas personas”, inadaptados sociales, pues hasta jurídicamente han sido “olvidados”, ya que la ley afirma que cada quien puede tener el “culto” que quiera, pero no se aclara que uno puede “no tener culto”, y vuelve disidentes en automático a los que no profesan religión alguna. ¿Qué extraño caso, no cree, laico amigo? Y ahora resulta que hasta en los encuentros de poesía hay misas. ¿Puede creerlo? Se imagina a todos los poetas arriados a persignarse, para asumir pasivamente un credo o fe que no les pertenece, pero que tienen que aceptar como una generalidad nacional por el simple hecho de no ser excluidos de la comunidad que organiza el evento, que dicho sea de paso, es representante del Estado (con los logos del Gobierno de Zacatecas, Conaculta, INBA), es decir, son funcionarios públicos, que una vez más se suman a las polémicas anti-laicistas; y hacen recordar varios pasajes, entre ellos aquel cuando Fox retiró el retrato de Benito Juárez de los Pinos, que ahora bien podría sustituir con el de Ramón López Velarde, que parece ser la punta de lanza de los negligentes funcionarios públicos que administran la Casa del Poeta, que lleva este nombre. La pregunta es, si también se harán de la vista gorda todos los escritores y poetas que se dicen defensores de la libertad en México. Y me viene a la mente Óscar de Pablo, que asegura ser militante de izquierda, pero que come sólo con la derecha, y hace caso omiso de ciertas “anomalías” incongruentes con su “convicción”. Y no se le ve interés alguno por denunciarlas.


Algo no está bien, estimado lector, y aunque lo sabemos, preferimos voltear hacia el techo para buscar manchas en el tirol. Yo no soy creyente, ni ateo, sino todo lo contrario eh. Sólo pienso que en toda secta y religión, los creyentes tienen la desventaja de ser siempre los últimos, por las enseñanzas y valores que les dictan, por eso los pobres somos la mayoría, por eso la poesía oficial (y no oficial) es un coro de angélicos monaguillos que gritan afónicos una cancioncita dominical.
El poeta fanático canta como parte del proceso de un sacrificio, donde se entrega un hijo muerto en pos de un bien mayor. Abraham lo hizo. Al poeta mexicano común y corriente también se le obliga a través del yugo del hambre y la necesidad. Yo nomás digo que esto parece un mal chiste. A poco no dan ganas de ser un “hereje” para “tomar algo para tí”, pues eso es lo que significa hereje: “tomar algo para sí”, según su etimología. Entre tanto, apreciado viajante de mis letras, te invito a no vivir del diezmo público, pues si Benito Juárez lo quitó y evitó que la iglesia se llevara nuestros borreguitos, por qué dejar ahora que los “padrecitos” poetas se lleven nuestros impuestos a la boca, y no sólo eso, también se lleven nuestro derecho de pensar y cuestionar.


Yo lo invito, a que desde este balcón, podamos ver cómo estas amaestradas criaturas rezan en versos de vanguardia solar, para que no se les hunda el barco y para que no se les muera el sol… pero de nuestros varos. Y aunque le ofrezcan hacer la revolución en Bellas Artes, no se ponga cómodo, no vaya a ser que se lo claven, y después lo crucifiquen, tomándole la foto del recuerdo con el ladrón de al lado (que por cierto se llama Calderón).


Mejor venga aquí a echarse unos vinagres conmigo, que para eso son los amigos, a güevo!
roberto.absenti@gmail.com

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