martes, 16 de agosto de 2011

Lecturas nudistas en el revolcadero y otras claves para ser una buena poetiza

 
(Primera parte)
Amantísimo lector, lectora, así es como algunos han logrado la fama. A través del pisto, del arrimón, del acostón, pues. Vaya novedad, hasta parece que hacer carrera en la Poesía, fuese lo mismo que en cualquier otra profesión vulgar. Queda lejos, y al menos a estas alturas del partido ya no podemos hacernos weyes, de que “hacer carrera” es lo mismo en China que en Roma, o en la Bolsa de valores que en la Casa de la risa. Es lo “mesmo”, ascienden no los mejores del rubro, no, ascienden los que se mueven mejor arriba. Los o las que menean bien el “Cu-cu”, y son constantes, tal vez no en el oficio, pero sí en su deseo de estar sudorosos en el incesante cañón de los reflectores.
A poco no han visto a esas muchachas que llegan a las lecturas, ropa relamida en un par de curvas donde cualquier ferrari se quedaría corto, y llegan con la mirada alta, con el dedo apuntando en la silla de la reina (digna flor del ejido), y sin un sólo verso en la maleta, pero a las dos semanas, quién sabe cómo, y confieso que ignoro cómo alguien puede adquirir por osmosis el talento (como si con tocarle la mano, o cualquier parte de su cuerpo, a Sabines, bastará para adquirir su vena poética), y así, después de dos semanas, amantísimo lector, ya están listas; llegan, retornan poetas, listas, muy listas se suben a la mesa y con sus dos o tres poemas de amor querendón, bien acá, bien guapas dicen: no sólo somos carne, hay algo más, y continúan su oda “seductora”, en la cual dejan claro que son cuerpos habitables: sólo necesito un amor que me sepa querer, qué más puede pedir una. Actúan y son tan cabronas, que al igual que cualquier gandul, podrán amar, si es necesario para su encumbramiento, no a uno, no a dos, ni a tres, sino hasta cinco ojones, y por recompensa obtendrán el apócope, la casi onomatopeya, el agregado cultural, el estimado mote de “poetiza”.
También está la versión burócrata, donde no hay que ser tan protuberante o graciosa, y basta que la susodicha se acueste con el jefe, que en este caso (el literario), es el tallerista. Yes he is, por eso algunos bastonudos inteligentes hasta se sacan de la manga un taller de “poesía femenina a través de la historia” o algo así, para atraer muchachonas, y ver qué sacan, ¿no?, pa’eso son los jefes, a güevo. Y bueno, así todos quedan contentos: el maestro se legitima con sus alumnas, y las alumnas se legitiman con el paro del maestro.
Como quiera que sea entraremos, dicen las hormigas, y esto es una carrera de resistencia. Pisa poco pero constante. Con un verso dice el mito. Con un libro no tan bueno basta, dice el consejo. Y si cacareas el huevo el resto de tu vida seguro no faltarán los que te crean poeta. Tú cacarea el huevo. Di te amo de algún modo. Soy mujer romana. O te necesito. La fórmula una vez asumida no tiene mayor ciencia. Ama y deja amar. Todos reunidos en torno a la pira que enciende los corazones: el éxito. Un revolcón es el boleto para viajar. El compromiso moral del sexo es, ni pedo hay que decirlo, en este círculo también, la moneda de cambio. Y el que mal paga, por supuesto es visto como un hijodeputa. Un vil macho abusón que no paga sus deudas de juego.
Así que si por ingenuidad o por simple desinformación se encuentra en este momento usted, apasionada lectora, en la antesala de este futuro, cuide su paso. Y si lo único que busca es ascender veloz en esta profesión de locos, pues seguro tarde que pronto termine escribiendo una larga lista de amantes fríos y distantes, y sin querer se encuentre de pronto, como cualquier ramplón asalariado, brindando en una cantina festejando los versos, que destinados para usted fueron escritos en canciones de amor, celos y despecho.
Al fin y al cabo que la historia para muchos y muchas ya está escrita. Y basta que veamos en una película cómo será el drama de su vida. Alguien que nació, ascendió y se quedó vacío (vacía) porque nunca supo que en la vida real no basta un verso, un libro, para trascender.
Así que si quieres subir en la escala distributiva de la selva, trépate al balcón, que desde aquí la vista es panorámica y hermosa. En fin, el amor eres tú.


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