martes, 16 de agosto de 2011

Walter Mercado, nuevo gurú de la poesía

Son cada vez más (y usted también los ha visto seguro que sí, querido lector) los “poetas” que se suman a las filas de alguna logia, secta, o simple grupo religioso, que bien puede idolatrar desde a Maradona, pasando por los Caballeros Jedi, hasta una caricatura guadalupana, tipo South Park. Lo sorpresivo, alegre crítico de lectura, es que el poeta cada vez se siente más identificado con el eco de su época (sea la tv ―con programas como Cada quien su santo y La rosa de Guadalupe―, o los rock stars, religiones exóticas, modas mediáticas ecologistas o de supuesta política de izquierda, el fenómeno de la influenza, y hasta con el ruido del Sueño mexicano), y no ejerce ninguna clase de crítica; sus poemas quedan en el remedo del mundo televisivo; de tal modo que no hay diferencia entre el mensaje “contestatario” de Televisa y el de algún poeta mexicano.

Pero recientemente la moda apunta hacia el esoterismo, la religiere; como siempre se ha visto en todos los tiempos tiende a lo dogmático radical, y que podría deducirse como una corriente: el evangelismo poético, donde los entes seudo poetas (más monacales que talentosos) se tratan de posicionar como los siguientes “mesías” (o sea quieren desplazar al Peje, al Sub, e incluso, en una competencia desleal, al católico Sicilia), y se vuelven Juan el Bautista anunciando un nuevo mundo, según ellos basándose en datos “astrales”, para pertenecer así a la Nueva Era acuática del mundo. Son poetas new age, que no le llegan ni a los talones a los testigos de Jehová, pues ellos sí andan de casa en casa tratando de cooptar, o sea “salvar”, a los pobres pecadores que habitamos este mundo.

Ay, amigo lector, son como una plaga (que no se me malinterprete, mis respetos pa’l Chuchito), pero cuando uno se topa con cosas como esta: “Existe una cierta hora de la tarde en que uno agradece a Dios porque existen las escaleras eléctricas (…) ¡Dios, de verdad te lo agradezco, SOY PRIVILEGIADA por pertenecer a esta clase media tumefacta! (fragmento de un poema de Rocío Franco López)”; o este otro verso: “Qué somos los poetas, quizá el pacto de Dios ya sin aliento (de Arturo Chávez Carmona)”, y este otro más: “Diosito, diosito porque eres bendito, y porque te gusta el fut mete el gol y hazme el milagrito (para qué les digo de quién, si hasta da vergüenza)”, no queda más que lamentarse de que aquí en este nuestro México, cualquier mono con gracia en las manos para hacer malabares con los testículos de un maestro, pueda subir y presentarse en ferias, encuentros y cosas por el estilo. Y luego uno los mira cómo caminan barbilla alzada para vilipendiar a sus “torpes” contrincantes (o sea los que escriben mal) porque ellos sienten ya tienen un pie en un Cielo que como todo en el país, sólo es un “viajesote”, y se ríen de los pobres ignorantes, inocuos, bastardos que no alcanzamos un boleto para ser admitidos en la secta de los “Solecitos solitarios”, futuros funcionarios de quién sabe qué comunidad suicida.

Hace años no me hubiera imaginado que Walter Mercado era un genio. Nacido PISCIS ha sido bautizado en muchas religiones y sectas de todo el mundo como el judaísmo, catolicismo, cristianismo ortodoxo, hinduismo, taoísmo y sufismo. Su nuevo nombre, que le fue revelado en un sueño, fue Shanti Ananda, que significa paz y felicidad. Ahora descubro, analítico compañero contemporáneo, que soy de visión corta, y no notaba la veta diamantina que ahí latía, igual que un manantial cristalino. Pronto (no me sorprenderé, lo juro, e incluso iré a verlo) el buen Walter estará en Bellas Artes, y con él, una larga fila de acólitos poéticos gritando consignas religiosas apocalípticas de un Nuevo Mundo que existe ya desde hace más de 2 mil años. Estaría de lujo verlos a todos juntos con su trajecito de generación, con su gorrito de graduados, en la entrada del Palacio (sí han visto cómo toman las fotos, ¿no?), con una sonrisa bonachona, célebre, pues seguros están de que serán los nuevos Sacerdotes de la poesía nacional.

Los casos están muy a la mano. Yo me acuerdo de dos o tres poetas (a ver dejen voy por sus libros para compartirles algunas líneas de su amor al dios padre); sí, aquí están. Uno de ellos, por lo visto consentido del “buen gobierno”, o sea, del País, se hace llamar Yaxkin Melchy, y pone cosas como esta: “soy la Luna verde cubriéndose de selvas / y que mañana será el Sol / qué grande es la ciudad / dios / es una estrella de mar de luces / voy lejos / voy a morir / cuando muera el Sol verde”, u otro, que también tiende a la cursilería cuasi eclesiástica, aunque es un completo desconocido: es un tal Hugo de Mendoza, y anoto, sin omitir las faltas ortográficas del poeta, que supongo es parte de su propuesta poética: “Cristo cumplió 33 años Y se colgó en las cruces de los tiempos. Desde la altitud nos espía Como un faro a la marea. Sabe soy PISCIS Que soy dos Equilibrandome en el símbolo de Libra. Algiuén ha habierto el regalo La puerta Es el Amor recibiéndonos En su nuevo nacimiento”. U otro poeta, que en su presentación aclara “es libra, ascendente en PISCIS”, es Luis Felipe Fabre, y que también habla desde su corazón habitado: “Porque una poesía de fuego como la de fray Juan de la Cruz deja marcada una lengua. Tal vez, desde fray Juan, el español adolece de una nostalgia de Dios: ¡qué susto! ¿Me está saliendo el monaguillo que fui cuando niño?”

Son muchos los que he visto, influenciable lector, pero no quiero verme excesivo. Sólo un poco de leña para la reflexión, porque la poesía muchos años fue cooptada por instituciones religiosas, y en gran parte ellas la han construido, y he ahí su peligroso laberinto simbólico. No trato de persuadir a nadie de abandonar sus creencias, pero que no se piense que escribir poesía va de la mano con la oración y la traten de utilizar como señuelo para subir los escalones del cielo de Bellas Artes (luego hay padrecitos haciéndose pasar por poetas, para evangelizar a través de la poesía y luchar contra las fuerzas del Diablo). Por eso ser poeta “maldito” hoy en día se sabe con claridad, es igual a ser un poeta “bendito”. En definitiva la poesía es la “maldita palabra” que nos fuerza a ser lo que ella dicta. Así que tenga cuidado lector, no sólo con lo que pide o piensa, sino sobre todo con lo que habla, y póngase atento, no vaya a ser que se le pegue un virus oral, y de pronto se halle de rodillas ante algún santo invertido. Recuerde que la superstición es uno de los peores males. O en dado caso, ¿por qué no?, mejor ser cabeza de ratón, que cola de león, y haga usted su propio negocio religioso, que podría llamarse así: La cofradía de los delfines, a güevo!!, ¿a poco no le gusta?; funde su escuela eclesiástica con miras en un Nuevo Mundo, y qué importa si no llega, porque para entonces ya estarán muertos los creyentes que esperaban.

Dicen que el Mercado es re milagroso, y me refiero a Walter, y no a su hijo no reconocido, Tonatihu. Así que sí de verdad quiere entrar en el show de la poesía actual, póngase a la moda y edite libros-veladora con la imagen de los poetas que usted crea puedan ser más benignos para con sus “creyentes-clientes”, y después los vende como libro objeto, con un poco de cartón, papel estraza, y listo, usted ya está In de la Nueva Era. Pero apúrese, no lo vayan a dejar fuera, porque ya sabe, que si no está con dios, está en su contra, y no quiere que vaya a caer sobre usted su ira, ¿o sí?

Recuerde este dicho jesuita de Ignacio de Loyola a los laicos: “Dios nos llama a todos y a cada uno a una gran empresa. Ignacio nos dice que nadie está excluido; viejos y jóvenes, laicos y religiosos, hombres y mujeres, todos estamos llamados a compartir en el plan de Dios. El laico tiene su vocación propia, igual que el religioso, y el sacerdote tiene la suya. Lo único que importa es reconocer este llamamiento, y responder a él con fidelidad”. En dado caso de que a usted lo persigan, ya sabe, está de más decirle, que aquí tiene un búnker para resguardar su acongojada mente cuando se quede solo y sienta la mirada acusadora del mundo, señalándolo por ser alguien que no cree en Ellos, en Él, y mucho menos en la servidumbre de su Casa. Así que, hermano, ya sabe que yo lo quiero, y le mando todo, todo, lo que me sobra.

PD. Si se sintió agredido con este texto, mi apreciado y desconocido antagonista, le pido haga caso omiso de él. Si asintió en uno o más puntos, enhorabuena mi apreciable aliado, espero le sea útil para caminar con la certeza de que usted no es el único ser en la tierra que sabe algo no está bien cuando todos los días el Cielo acecha con su camuflajeada liturgia.

roberto.absenti@gmail.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario