martes, 16 de agosto de 2011

Sensacional de misóginos

o un, dos tres por todos mis amigos

Qué paso, mi carnal, ya se me estaba desesperando, ¿no? Seguramente pensó, hoy no llega el Absenti, pero ya sabe que yo no le fallo. Lo que pasa es que se me atravesó una pachanguita de la cual apenas vengo llegando, y uta, mi chava que se pone loca que porque me fui a chupar “con mis amigotes de la casa del puñeta”, me gritó la desgraciada. Pero la responsabilidad es ante todo, y aunque la ignorante de mi mujer no sepa qué es la poesía o para qué sirve, mis hermanos poyéticos son ante todo, y por eso hoy, mi cómplice lector, mi atascado leyente, voy a confesarle cuál es el dream team de los poetas más machines de México. Y no crea que lo digo porque esté ebrio o porque sean mis amigos, si quiere se lo sostengo también en mis cinco.

La neta, lo más seguro es que usted ni los haya leído, porque estos son poetas machines, no de esos que andan glamureando por el mundo presumiendo que son “lo de hoy”. No, estos son hombres que dicen lo que piensan, lo que quieren que suceda, y lo hacen suceder. Y pues la pura verdad es que, como que a las viejas eso de pensar, del arte, como que no se les da; y estos camaradas, comprensible lector, lo dicen sin pelos en la lengua. A mi parecer son de esos poetas malditos, que dejaron atrás la risoria parafernalia de Bukowski y que son ellos, contra viento y marea, aunque a veces la gente los mire con asco.

Pues ahí le va. Para la portería está José Eugenio Sánchez, y no porque le guste atrapar las pelotas, no, sino porque tiene una agilidad verbal para el albur, para la guasa, que su poesía es una especie de acto ventrílocuo donde uno no sabe si es él el que habla, o el pueblo mismo por su boca. Es un güerco hecho y derecho, y que le gusta jugar con las palabras para herir acertadamente, fíjense por ejemplo en esta destreza verbal: “no se culpe a esta mujer de haberme volado la cabeza, de traer hasta mis labios la canción de su cintura, no se le tome venganza, no se me tome cariño, tampoco la detengan es su descarnizada pasión al desnudarse, sólo prendan las velas, súbanle a la música, que no falte queso ni vino en invierno, las catástrofes requieren sutileza, hoy el asunto es otro: como confiar en el azar si es un padrote”.

¿A poco no está chingón?, qué forma tan sutil y magnífica de aclararle a la mujer que para nosotros los hombres ellas no son inferiores, y que no competimos con ellas, pues entre nosotros ellas simplemente no existen, pues son nuestra sombra, nuestro dolor, nuestra poesía misma, a güevo!!!, si ya lo dijo el maestro de maestros, Bécquer, “la poesía eres tú”.

Para el medio campo no habría otro mejor que el Alberto Vargas Iturbe, el Pornócrata, ¿qué no?, porque este sí sabe dónde poner la pelota, y mueve los pies lento pero seguro. Sabe perfectamente a dónde lanzar el pase, y a parte está siempre muy seguro de sí mismo. Las sabe hacer gritar, pedir más de rodillas, castigarlas si es necesario; lo que sea con tal de que disfruten, porque quién las va conocer a ellas mejor de lo que ellas mismas se conocen, si no somos nosotros, sus creadores. Son criaturas que como buenas potranquitas, necesitan de un buen tratamiento para que no vayan a salirse corriendo a la calle y las atropelle el camión de la basura. El Pornócrata es un máster en esto de educar a la yegua. Les dice, a la usanza del sen sei Paz, “chillen perras, chillen”, y luego “las pone a cuatro patas, y se las deja ir”, para que vean su “verga como una estrella”. A poco no es magia lo que hace con esa varita de escribir, el buen Beto. Mi amigazo. Es como para otros tres días de farra, y luego resucitar con una caguama bien helodia, a poco no, mi bienaventurado escucha.

Las dos puntas de flecha serían Sergio Valero, y mi buen Adán Echeverría, que con dos o tres pasecitos ya estarían en la portería enemiga listos para, con un cañonazo, penetrar los tres postes, y perforar la red. Lo anuncia Adán: “Dos penes cariñosos para sobar mejillas ¿quieres que te mire coger? Déjame sodomizarte clávame ese bastón de aluminio que te he regalado”. Irían por la derecha, y Valero mandaría un pase de globito para desmembrar la defensa: “(sierra) Mujer desnuda de grandes tetas sexo oscuro rostro rojo cuerpo inerte sin ojos dos pies una mano y otra mano en la boca (sierra) Mujer desnuda sin cabeza”. Una vez deshecha la protección del enemigo, podría llegar Echeverría, y con la cabeza en los pies, daría un cruce, un quiebre, burla a uno, burla a dos, iría pensando: “Tu madre me pide que la cubra entera Que nadie quede sin lamer el crucifijo Se me abre la espalda de tu hermana se me abre entera y en canal para que siembre mi ponzoña” y con la zurda, para destantear al guardameta, lanzaría su dardo, el tirititito directo al ángulo donde hacen su nido las arañas: “Ven a morirte encima de mi boca, quiero cogerme tu cadáver”. Y con ese gol bastaría, incluso con cuatro jugadores en la cancha sería suficiente, contra los otros 11, con todos los que vengan, que para esos somos hombres.

Y desde la orilla del campo, el director técnico, Eduardo Lizalde, miraría detenidamente el triunfo. Y sin tanta parafernalia, pues para él es normal ganar desde la oscuridad de los que saben el triunfo es un acto secreto, diría a su asistente técnico M.B., aludiendo al cómo la enemiga pide ser destruida: “oye lo que dice, ¿alcanzas a oírlo?”, y Lizalde le traduciría el rumor (que es la misma perorata que sabe escuchará cuando vuelva a su casa cayéndose de borracho): “Cuánto mejor yo fuera, si tú mismo no hubieras sido lúbrico al formarme ―eterno y sucio esposo― y al fundir mi bronce en tus divinas palmas no me hubieras deseado en tan salvaje estilo. Mejor hubiera sido, de una buena vez, haberme dejado en piedra, en cosa”.

Y se lo repito, espejo interlocutor, no es que esté borracho, si quiere se lo vuelvo a escribir en mis cinco sentidos, pero este es el dream team de cualquier cabrón que quiera considerarse como tal. Así que por hoy no cuenten conmigo, porque la farra se está poniendo buena, y el balcón sólo por hoy está abierto, únicamente, para los que saben que la mujer es Satanás que vino de la nada para destruir a los hombres, ¿a poco no?

Felicitaciones, sugerencias (y teléfonos), a: roberto.absenti@gmail.com


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